lunes, 18 de mayo de 2015

Cuando el fúbol degenera en política barriobajera

Libertad de expresión, SÍ. Propaganda política gratuita aprovechando eventos deportivos, NO. 

El 30 de mayo se jugará en el Camp Nou la final de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Atlétic Club de Bilbao. El acto se iniciará con el himno español y concluirá con la entrega de la copa por el Rey Felipe VI.  Se teme que en esos momentos las dos aficiones (culés y leones) se unan para dar una sonada pitada al himno nacional y para insultar al Rey tan alto como puedan. No son supuestos gratuitos. Es lo que viene pasando y la televisión pública retransmite gratuitamente a no menos de cincuenta millones de telespectadores repartidos por todo el mundo. Añádanse otros tantos que en los telediarios de la semana siguiente, habrán de tragarse una y otra vez, los pitos y pancartas que definen la política barriobajera.
¿Cómo responder a este tipo de conductas que desdicen tanto del deporte como de la política? Cada vez son más los que reclaman mano dura; legal pero dura; a semejanza de lo que hacen otros países. Miguel Cardenal, Secretario de Estado de Deporte, insinuó hace unos días que las pitadas al himno o al Rey incitan a la violencia. A nuestra Presidenta, María Dolores de Cospedal, le parece lógico que, de pitarse al himno nacional, el partido se aplace al día siguiente a puerta cerrada.
Yo, para desdramatizar el asunto, propondría un remedio más casero. Y perdonen por el sesgo económico; es deformación profesional. Si fuera el presidente de RTVE colgaría este mensaje en la página web: “Como propietaria de los derechos televisivos (sufragados por todos los españoles), retransmitiremos con la mayor calidad posible el partido y el ambiente deportivo; nada más. Si algún aficionado quiere que se vea su bandera o su pancarta política habrá de pagar por publicidad como cualquier otra empresa que se anuncia en las vallas del campo. El himno se retransmitiría en una grabación sin ruidos. Si algún grupo de aficionados quieren que se oigan sus pitos que avisen para llevarles un micrófono, previo pago de los derechos de publicidad. Nada disuasorio; más o menos lo que pagaría Cocacola por un minuto de publicidad en el intermedio de un encuentro deportivo de máxima audiencia”.
                 Libertad de expresión, SÍ. Propaganda política gratuita aprovechando eventos deportivos, NO.

La Tribuna de Albacete (18/05/2015)