lunes, 23 de marzo de 2015

Localizador (y 3): cerca / lejos

Organización del poder político:
descentralización vs centralización

        
        El tercer eje para localizar a los partidos (y a nosotros mismos) escruta la proximidad del poder político a los ciudadanos en dos aspectos: descentralización / centralización y desconcentración / concentración.
Empezaremos por la organización territorial. ¿Qué prefieres? ¿Un estado centralizado como el que los franceses han heredado de los jacobinos o un estado federal como el de Alemania o Estados Unidos? Por supuesto, caben vías intermedias como el estado autonómico español. Tradicionalmente la derecha ha sido más centralista por su miedo a la diversidad y su amor al orden público y la eficacia. La excepción la constituye la derecha que puebla territorios donde la existencia de algunos hechos diferenciales convierte el independentismo en un caladero de votos. La sinceridad de tales propuestas está por demostrar. Los nacionalistas que no están dispuestos a ceder poder a los municipios y que no permiten a la sociedad civil organizar su propio sistema educativo, no pueden presumir de estar cercanos al pueblo.
La cercanía también se aprecia en la capacidad del pueblo para controlar la maquinaria del poder, ya se ubique esta a cien o mil kilómetros. En un extremo de este cordel encontramos la dictadura pura y dura, en el otro la democracia directa, tan directa que fácilmente desemboca en anarquía. Como ya hemos tenido ocasión de comprobar, en un mundo esférico los extremos acaban dándose la mano. Aunque la dictadura se asocie a la extrema derecha, las más atroces han sido las comunistas (la izquierda de la izquierda).
Las constituciones occidentales restringen el espacio transitable a las diferentes formas de la democracia representativa. Su nivel más bajo sería la “partitocracia” que es precisamente donde estamos instalados desde hace tiempo. El partido (los cuatro individuos que lo controlan) elaboran las listas de parlamentarios y les dicen lo que han de votar, bajo pena de muerte política. El partido mayoritario formará el gobierno. Y, por si fuera poco, designará también a los jueces que presidirán las altas instituciones del poder judicial.
Este deterioro de la democracia no parece importar mucho a los grandes partidos que se alternan en el poder, hoy a la derecha, mañana a la izquierda. Ambos parecen haber asumido que la partitocracia es la única forma eficiente de gestionar la política y que ellos sólo están comprometidos a convocar elecciones cada cuatro años. Protestando contra este estado de cosas, los partidos emergentes pueden arrancar un buen puñado de votos. Habrá que ver lo que son capaces de cambiar si alguna vez llegan al poder.
La Tribuna de Albacete (23/03/2015)