Organización del poder político:
descentralización vs centralización
El tercer eje para localizar a los partidos (y a nosotros mismos) escruta la proximidad del poder político a los ciudadanos en dos aspectos: descentralización / centralización y desconcentración / concentración.
Empezaremos
por la organización territorial. ¿Qué prefieres? ¿Un estado centralizado como
el que los franceses han heredado de los jacobinos o un estado federal como el
de Alemania o Estados Unidos? Por supuesto, caben vías intermedias como el estado autonómico español. Tradicionalmente la derecha ha sido más
centralista por su miedo a la diversidad y su amor al orden público y la
eficacia. La excepción la constituye la derecha que puebla territorios donde la
existencia de algunos hechos diferenciales convierte el independentismo en un
caladero de votos. La sinceridad de tales propuestas está por demostrar. Los nacionalistas
que no están dispuestos a ceder poder a los municipios y que no permiten a la
sociedad civil organizar su propio sistema educativo, no pueden presumir de
estar cercanos al pueblo.
La cercanía
también se aprecia en la capacidad del pueblo para controlar la maquinaria del
poder, ya se ubique esta a cien o mil kilómetros. En un extremo de este cordel encontramos
la dictadura pura y dura, en el otro la democracia directa, tan directa que fácilmente
desemboca en anarquía. Como ya hemos tenido ocasión de comprobar, en un mundo esférico los extremos acaban dándose la mano. Aunque la dictadura se asocie a la extrema derecha, las más atroces han sido las comunistas (la izquierda de la izquierda).
Las constituciones occidentales restringen el espacio transitable a las diferentes formas de la democracia representativa. Su nivel más bajo sería la “partitocracia” que es precisamente donde estamos instalados desde hace tiempo. El partido (los cuatro individuos que lo controlan) elaboran las listas de parlamentarios y les dicen lo que han de votar, bajo pena de muerte política. El partido mayoritario formará el gobierno. Y, por si fuera poco, designará también a los jueces que presidirán las altas instituciones del poder judicial.
Las constituciones occidentales restringen el espacio transitable a las diferentes formas de la democracia representativa. Su nivel más bajo sería la “partitocracia” que es precisamente donde estamos instalados desde hace tiempo. El partido (los cuatro individuos que lo controlan) elaboran las listas de parlamentarios y les dicen lo que han de votar, bajo pena de muerte política. El partido mayoritario formará el gobierno. Y, por si fuera poco, designará también a los jueces que presidirán las altas instituciones del poder judicial.
Este
deterioro de la democracia no parece importar mucho a los grandes partidos que
se alternan en el poder, hoy a la derecha, mañana a la izquierda. Ambos parecen haber asumido que la
partitocracia es la única forma eficiente de gestionar la política y que ellos
sólo están comprometidos a convocar elecciones cada cuatro años. Protestando contra
este estado de cosas, los partidos emergentes pueden arrancar un buen puñado de
votos. Habrá que ver lo que son capaces de cambiar si alguna vez llegan al
poder.
La Tribuna de Albacete (23/03/2015)