Iniciativa motora del sistema económico:
¿de arriba-abajo o de abajo-arriba?
El segundo criterio para localizar a los
partidos políticos (y a nosotros mismos) atiende al motor del sistema
económico. ¿Cómo organizar los procesos que generan los bienes y servicios demandados
por las personas y organizaciones? ¿De arriba-abajo como proponen los
intervencionistas? ¿O de abajo-arriba como proponen los eco-liberales?
La respuesta
histórica no deja de ser sorprendente. La izquierda, liberal en lo social, se
vuelve intervencionista al entrar en el terreno económico. Desconfían de la iniciativa
privada y de las fuerzas ciegas del mercado que llevan al “capitalismo salvaje”.
Y confían plenamente en el Estado a quien encargan de domar el mercado a base
de leyes y más leyes. También de prestar los bienes y servicios más importantes
que acabarán siendo la mayoría.
A los
economistas liberales esta confianza pueril en el Estado les parece una quimera
que se paga con corrupción, despilfarro e ineficiencias de todo tipo, empezando
por el desempleo. En la “sociedad abierta” en la que vivimos, ellos prefieren
confiar en la mano invisible del mercado, esto es, en la iniciativa individual,
basada en la propiedad privada, coordinada por el mercado y presionada por la
competencia.
Hasta aquí
los que dicen los economistas. En la práctica, la izquierda y derecha
tradicionales, cohabitan, a diferentes alturas, en la parte alta del eje
vertical. Llegados al poder pocos
políticos se resisten a controlarlo todo. Cuanto más dinero pase por sus manos
más poderosos creen ser.
La herencia
cultural de cada territorio también importa. La izquierda norteamericana es
más liberal en lo económico que la derecha europea. En Europa casi todos los
partidos aceptan el legado del Estado del Bienestar. Las diferencias habrá que
buscarlas en la gestión. Para conseguir esa enseñanza de calidad que todos
deseamos, la derecha liberal insistirá en la necesidad de introducir
competencia entre los centros escolares (públicos y privados). Los impuestos, con
los que se costean esos servicios públicos, habrán de moderarse para no destruir
el sistema productivo que los genera. La regulación del contrato laboral y del
subsidio de desempleo habrá de ser lo suficientemente flexible para animar a
los empresarios a contratar y a los trabajadores a buscar un nuevo trabajo tan
pronto como lo pierdan.
La Tribuna de Albacete (16/03/2014)