Lo grave es que la actividad
empresarial se convierta
en una pequeña burbuja dentro del gran torrente especulativo
La Comisión
Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha propuesto pagar los complementos de
los directivos (bonus) de forma diferida y vinculados a la cotización de la
empresa durante los años siguientes. Han dado en el clavo. La crisis que
estalló en 2007-08 y casi todas las anteriores están relacionadas con la toma de decisiones muy arriesgadas por
unos directivos que especulan con dinero ajeno y escurren la responsabilidad
personal cuando llega la crisis. Ligar los bonus al beneficio o plusvalías
actuales animaba a los directivos a asumir riesgos excesivos, a sabiendas de
que las consecuencias de la explosión de la burbuja serían asumidas por otros.
En buena
lógica, el paso siguiente consistiría en limitar e incluso prohibir el crédito
que financia la especulación de donde salen las burbujas. Mi propuesta: obligar
a todos los operadores en bolsa a comprar con el dinero que previamente han
depositado en una cuenta. El volumen de negociación podría reducirse veinte o cuarenta
veces. ¿Y qué? La bolsa seguiría cumpliendo su función genuina: dar liquidez a unos activos que, en principio, carecen de ella. La función de casino es una
añadidura que es preferible reducir a la mínima expresión.
Paralelamente
habría de limitarse las operaciones a corto, impulsadas por crédito no
bancario. Si yo pienso que las acciones de la empresa X van a bajar puedo pedirlas
prestadas a quien las tenga con el compromiso de devolvérselas antes de un mes,
comisión incluida. Las compro hoy, las vendo mañana y las vuelvo a comprar unos
días después. Si la cotización de la acción cae, yo conseguiré una plusvalía
con la venta y recompra de la acción. Si muchos actúan de la misma manera la
caída será estrepitosa. Yo me haré de oro a costa de la bolsa y la economía.
Este tipo de operaciones fueron prohibidas por la CNMV en los momentos álgidos
de la crisis. Las ha vuelto a autorizar bajo el pretexto de que el desplome de
la bolsa ha dejado de ser un problema.
Ignoran nuestros
reguladores que el problema de fondo es que con estas prácticas estamos dando
alas a una economía basada en la especulación y que daña a la actividad
productiva cuando se inflan las burbujas y cuando explotan. Ya lo decía Keynes: “Los especuladores podrían no resultar
perjudiciales si fueran como burbujas dentro de una corriente empresarial
estable; lo grave se produce cuando es la empresa la que se convierte en una
burbuja en medio del desorden especulativo”
La Tribuna de Albacete (16/02/2015)