lunes, 16 de febrero de 2015

Economías de casino

Lo grave es que la actividad empresarial se convierta 
en una pequeña burbuja dentro del gran torrente especulativo

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha propuesto pagar los complementos de los directivos (bonus) de forma diferida y vinculados a la cotización de la empresa durante los años siguientes. Han dado en el clavo. La crisis que estalló en 2007-08 y casi todas las anteriores están relacionadas con  la toma de decisiones muy arriesgadas por unos directivos que especulan con dinero ajeno y escurren la responsabilidad personal cuando llega la crisis. Ligar los bonus al beneficio o plusvalías actuales animaba a los directivos a asumir riesgos excesivos, a sabiendas de que las consecuencias de la explosión de la burbuja serían asumidas por otros.
En buena lógica, el paso siguiente consistiría en limitar e incluso prohibir el crédito que financia la especulación de donde salen las burbujas. Mi propuesta: obligar a todos los operadores en bolsa a comprar con el dinero que previamente han depositado en una cuenta. El volumen de negociación podría reducirse veinte o cuarenta veces. ¿Y qué? La bolsa seguiría cumpliendo su función genuina: dar liquidez a unos activos que, en principio, carecen de ella. La función de casino es una añadidura que es preferible reducir a la mínima expresión.
Paralelamente habría de limitarse las operaciones a corto, impulsadas por crédito no bancario. Si yo pienso que las acciones de la empresa X van a bajar puedo pedirlas prestadas a quien las tenga con el compromiso de devolvérselas antes de un mes, comisión incluida. Las compro hoy, las vendo mañana y las vuelvo a comprar unos días después. Si la cotización de la acción cae, yo conseguiré una plusvalía con la venta y recompra de la acción. Si muchos actúan de la misma manera la caída será estrepitosa. Yo me haré de oro a costa de la bolsa y la economía. Este tipo de operaciones fueron prohibidas por la CNMV en los momentos álgidos de la crisis. Las ha vuelto a autorizar bajo el pretexto de que el desplome de la bolsa ha dejado de ser un problema.

Ignoran nuestros reguladores que el problema de fondo es que con estas prácticas estamos dando alas a una economía basada en la especulación y que daña a la actividad productiva cuando se inflan las burbujas y cuando explotan.  Ya lo decía Keynes: “Los especuladores podrían no resultar perjudiciales si fueran como burbujas dentro de una corriente empresarial estable; lo grave se produce cuando es la empresa la que se convierte en una burbuja en medio del desorden especulativo”
La Tribuna de Albacete (16/02/2015)