El riesgo a evitar es que la
condonación aliente a los gobiernos
a seguir endeudándose de forma
irresponsable
El alcohol
deja resaca; el crédito, deuda. El servicio de la deuda, sobre todo en épocas
de crisis, se convierte en una losa para la recuperación económica. La losa degenera
en trampa cuando los deudores se ven obligados a refinanciarse aceptando plazos cada vez más cortos y tipos de interés cada vez más altos.
Los griegos
saben mucho de estas cosas. La Izquierda Radical griega (Syriza), flamante
vencedora de las recientes elecciones generales, lo anunció y lo ha cumplido.
Su primera decisión ha consistido en solicitar la condonación de su deuda
soberana o, al menos, una quita sustancial. Si yo fuera el coordinador de ese tridente formado por la UE, el BCE
y el FMI, tomaría la propuesta en serio. Puede ser la solución menos costosa
para todos. El riesgo a evitar es que aliente a los gobiernos a seguir
endeudándose de forma irresponsable, sabedores de que al final alguien vendrá
en su ayuda. Esta sería mi propuesta.
El BCE podría
absorber todo o parte de esa deuda a modo de un crédito blando a devolver libre
de intereses tras un periodo de carencia. A los banqueros alemanes y franceses,
que prestaron esa cantidad a tipos desorbitados, el BCE les pagaría
regularmente un interés similar al del bono alemán. Lo que no es de recibo es
prestar al 16% y escurrir el bulto cuando aparece el riesgo de impago.
Los
gobiernos europeos que no precisaran de una ayuda similar podrían solicitar del
BCE un premio por buen comportamiento, en forma de créditos blandos a devolver
a largo plazo y a un interés mínimo. Requisito: que este dinero se invierta en actividades
que generen empleo y tengan efectos multiplicadores sobre otros países. No se preocupen por el dinero. El BCE
agradecerá ideas como ésta que le ayuden a colocar el billón de euros que puso
sobre la mesa hace un par de semanas.
Lo más
significativo de nuestra propuesta es que lejos de diluir el principio de
responsabilidad financiera, lo refuerza. El Gobierno griego experimentará, sin
duda, un gran alivio . Pero, mientras lo celebran, más de un ministro musitará: “¡Lástima
de no haber tenido unas finanzas saneadas! Nos hubiera permitido recibir ahora créditos
millonarios para impulsar el crecimiento de la renta y el empleo”.
La Tribuna de Albacete (02/02/2015)