lunes, 5 de enero de 2015

Carta de Rajoy al Rey Gaspar, economista

Decidí jugármelo todo a una carta que, para colmo, 
nunca estuvo en mi poder

Querido Gaspar: Me han dicho que en el trío de Reyes Magos usted representa a Europa. Su barba pelirroja delata, ciertamente, raíces germanas a las que suelen asociarse buenas dotes económicas. De esas cosas quería hablarle, pero antes de entrar en materia parece preceptivo recordarle lo bien que me he portado. Desde diciembre de 2011 he impulsado, con entusiasmo de neófito, todos los deberes que me pedían sus escribas de Bruselas o Frankfurt: reformas laborales, subida de impuestos, recorte de gastos… Entiendo que ahora me toca pedir a mí; y con carácter de urgencia, pues estamos en año de elecciones.
Mirando atrás, reconozco un error de partida. Decidí jugármelo todo a una carta que, para colmo, nunca estuvo en mi poder: la economía. Hasta tal punto llegó mi osadía que me atreví a cifrar mis compromisos: “Antes de las próximas elecciones generales la tasa de paro estará por debajo del 22% que nosotros hemos heredado”. Esta tasa llevaba subiendo aceleradamente desde el 7,8% registrado en 2007. En 2013 tocó su techo histórico (26%). En el 2014 la economía española ha empezado a generar empleo neto. Pero ¿cómo rebajarla dos o tres puntos adicionales en menos de un año? Por favor, haga un milagro ya… aunque sea pasajero.
No soy egoísta. Deseo la misma prosperidad al resto del mundo, de quien dependen las exportaciones españolas. Por favor, anime especialmente a la Sra Merkel, para que Alemania vuelva a actuar como locomotora de la economía europea. O, por lo menos, para que no obstaculice los planes expansivos que Sr Juncker ha decidido impulsar desde Bruselas.
Las finanzas de la economía privada española parecen saneadas. ¿Pero cómo podré justificar la subida sostenida de la deuda soberana hasta 100% del PIB y la resistencia del déficit público a bajar del 5,5%, cifra que en un año electoral podría remontar al 7%? A su paso por Frankfurt, haría bien en convencer al Sr Draghi de la conveniencia de congelar el tipo oficial de interés y de actuar enérgicamente contra cualquier brote de desconfianza sobre las finanzas de los países periféricos. Pánicos financieros, como los vividos en las primaveras de 2010 y 2012, serían letales en un año electoral.
Me temo que estoy pidiendo demasiadas cosas. Si me las concede y gano las elecciones, prometo no volver a molestarle hasta dentro de cuatro años.

  La Tribuna de Albacete ( 05/01/2015)