Decidí jugármelo todo a una carta que, para colmo,
nunca estuvo en mi poder
Querido Gaspar:
Me han dicho que en el trío de Reyes Magos usted representa a Europa. Su barba pelirroja
delata, ciertamente, raíces germanas a las que suelen asociarse buenas dotes
económicas. De esas cosas quería hablarle, pero antes de entrar en materia
parece preceptivo recordarle lo bien que me he portado. Desde diciembre de 2011
he impulsado, con entusiasmo de neófito, todos los deberes que me pedían sus
escribas de Bruselas o Frankfurt: reformas laborales, subida de impuestos,
recorte de gastos… Entiendo que ahora me toca pedir a mí; y con carácter de
urgencia, pues estamos en año de elecciones.
Mirando atrás,
reconozco un error de partida. Decidí jugármelo todo a una carta que, para
colmo, nunca estuvo en mi poder: la economía. Hasta tal punto llegó mi osadía
que me atreví a cifrar mis compromisos: “Antes de las próximas elecciones
generales la tasa de paro estará por debajo del 22% que nosotros hemos heredado”.
Esta tasa llevaba subiendo aceleradamente desde el 7,8% registrado en 2007. En
2013 tocó su techo histórico (26%). En el 2014 la economía española ha empezado
a generar empleo neto. Pero ¿cómo rebajarla dos o tres puntos adicionales en
menos de un año? Por favor, haga un milagro ya… aunque sea pasajero.
No soy
egoísta. Deseo la misma prosperidad al resto del mundo, de quien dependen las
exportaciones españolas. Por favor, anime especialmente a la Sra Merkel, para
que Alemania vuelva a actuar como locomotora de la economía europea. O, por lo
menos, para que no obstaculice los planes expansivos que Sr Juncker ha decidido
impulsar desde Bruselas.
Las finanzas
de la economía privada española parecen saneadas. ¿Pero cómo podré justificar
la subida sostenida de la deuda soberana hasta 100% del PIB y la resistencia
del déficit público a bajar del 5,5%, cifra que en un año electoral podría
remontar al 7%? A su paso por Frankfurt, haría bien en convencer al Sr Draghi de
la conveniencia de congelar el tipo oficial de interés y de actuar enérgicamente
contra cualquier brote de desconfianza sobre las finanzas de los países
periféricos. Pánicos financieros, como los vividos en las primaveras de 2010 y
2012, serían letales en un año electoral.
Me temo que
estoy pidiendo demasiadas cosas. Si me las concede y gano las elecciones,
prometo no volver a molestarle hasta dentro de cuatro años.
La Tribuna de Albacete ( 05/01/2015)