domingo, 13 de julio de 2014

David y Goliat

             El 8 de junio de 2014 se reunieron en los jardines vaticanos el presidente de Israel, la máxima autoridad Palestina, el Patriarca Bartolomé y el Papa Francisco. Este les había invitado a rezar por la paz y abrir un diálogo que sembrara las semillas de una paz duradera. “Para conseguir la paz, advirtió, se necesita valor, mucho más valor que para hacer la guerra”. Simon Peres confesó que la paz es el anhelo mayor del pueblo de Israel. “En hebreo, nuestra lengua antigua, la palabra Jerusalén y la palabra paz tienen la misma  raíz (…) Los judíos siempre nos hemos saludado deseándonos la paz: ‘Shalon, Salan”. Abbas rezó: "Reconciliación y paz, oh Señor, son nuestra meta (…) Te pedimos hacer de Palestina, y de Jerusalén en particular, una tierra segura para todos los creyentes”.
No ha pasado un mes cuando la chispa del odio ha vuelto a prender la mecha de la violencia. En Gaza, unos palestinos exaltados mataron a tres judíos. El ejército israelí respondió con una lluvia de misiles que, en la última semana, se ha cobrado 130 muertos, 23 de ellos niños. Las milicias yihadistas se vengan lanzando cohetes que los judíos interceptan en el aire. El primer ministro judío, Benjamín Netanyahu, baraja la posibilidad de una invasión terrestre en toda regla sobre Gaza y Cisjordania. Los terroristas de Hamás y los Yihadistas (todos ellos terroristas) amenazan con la tercera intifada.
David contra Goliat. La historia se repite aunque con los papeles cambiados. La fuerza de Goliat pertenece hoy a los israelitas, quienes además se las han ingeniado para detener en el aire las piedras lanzadas con honda. La razón, posiblemente, no está en ninguno de los dos bandos. De ahí que no se atrevan a dialogar con el adversario y que los mensajes lanzados a sus respectivos pueblos estén preñados de odio.

El problema de Tierra Santa se me antoja difícil de entender y más difícil de solucionar. Está claro que la violencia engendra más violencia. Pero, ¿acaso podremos solucionar con la razón planteamientos irracionales? ¿Sirvió para algo la oración conjunta en los jardines del Vaticano? Yo la doy por bien empleada si colabora a racionalizar nuestras mentes y a mantener viva la esperanza. 
La Tribuna de Albacete (14/07/2014)