El 8 de junio de 2014 se
reunieron en los jardines vaticanos el presidente de Israel, la máxima
autoridad Palestina, el Patriarca Bartolomé y el Papa Francisco. Este les había
invitado a rezar por la paz y abrir un diálogo que sembrara las semillas de una
paz duradera. “Para conseguir la paz,
advirtió, se necesita valor, mucho más valor que para hacer la guerra”. Simon Peres
confesó que la paz es el anhelo mayor del pueblo de Israel. “En hebreo, nuestra
lengua antigua, la palabra Jerusalén y la palabra paz tienen la misma raíz (…) Los judíos siempre nos hemos saludado
deseándonos la paz: ‘Shalon, Salan”. Abbas rezó: "Reconciliación
y paz, oh Señor, son nuestra meta (…) Te pedimos hacer de Palestina, y de Jerusalén
en particular, una tierra segura para todos los creyentes”.
No ha pasado un mes cuando la chispa
del odio ha vuelto a prender la mecha de la violencia. En Gaza, unos palestinos
exaltados mataron a tres judíos. El ejército israelí respondió con una lluvia
de misiles que, en la última semana, se ha cobrado 130 muertos, 23 de ellos
niños. Las milicias yihadistas se vengan lanzando cohetes que los judíos interceptan
en el aire. El primer ministro judío, Benjamín Netanyahu, baraja la posibilidad
de una invasión terrestre en toda regla sobre Gaza y Cisjordania. Los
terroristas de Hamás y los Yihadistas (todos ellos terroristas) amenazan con la
tercera intifada.
David contra Goliat. La historia
se repite aunque con los papeles cambiados. La fuerza de Goliat pertenece hoy a
los israelitas, quienes además se las han ingeniado para detener en el aire las
piedras lanzadas con honda. La razón, posiblemente, no está en ninguno de los
dos bandos. De ahí que no se atrevan a dialogar con el adversario y que los
mensajes lanzados a sus respectivos pueblos estén preñados de odio.
El problema de Tierra Santa se me
antoja difícil de entender y más difícil de solucionar. Está claro que la
violencia engendra más violencia. Pero, ¿acaso podremos solucionar con la razón
planteamientos irracionales? ¿Sirvió para algo la oración conjunta en los
jardines del Vaticano? Yo la doy por bien empleada si colabora a racionalizar
nuestras mentes y a mantener viva la esperanza.
La Tribuna de Albacete (14/07/2014)