Tengo sobre
mi mesa tres fotos tomadas la semana pasada en el barcelonés barrio de Sants. En
la primera aparece una excavadora dispuesta a demoler el edificio Can Vives que
llevaba 17 años “okupado”. En la segunda, la excavadora en llamas. En la
tercera, adornada con guirnaldas a la sombra de una pancarta que reza: “poder
popular”. No voy a valorar los argumentos a favor y en contra del mensaje implícito en cada foto. Sólo deseo recordar que, en nuestra civilización, el poder popular se expresa a
través de las urnas y se ejerce respetando los procedimientos legales.
La esencia
de esta civilización occidental se condensa en las primeras palabras de
nuestra Constitución: “España se
constituye en un Estado social y democrático de Derecho”. Estado
de Derecho: Tanto las administraciones como los administrados, tanto los
políticos como los ciudadanos, estamos sujetos a las leyes, que, a su vez, han
de respetar los derechos fundamentales del ser humano y otros principios
consagrados en el texto constitucional. Entre ellos se encuentra el derecho a
la propiedad privada, garantía de seguridad y libertad personal. Estado social: En atención al bien
común, los poderes públicos están legitimados a limitar los derechos del
propietario,a través de normas del rango apropiado. Estado democrático: Las normas que
regulan los derechos y límites de los propietarios han de ser aprobadas en el
seno de unas instituciones democráticas integradas por los representantes del
pueblo elegidos en las urnas.
Cada uno de nosotros tiene tantas razones para indignarse como personas existen en el mundo, empezando por sí mismo. Pero nadie está autorizado a expresar su indignación con
actos violentos. Mi consejo a estos indignados violentos: “Okupen” ustedes las
urnas que les llevarán a las instituciones democráticas. Dicten desde allí las leyes
que consideren oportunas para el bien común. Y recuerden, mientras tanto, que
“okupar” propiedades ajenas y quemar excavadoras socava lo mejor que tenemos en
Occidente: el Estado social y democrático de Derecho.
La Tribuna de Albacete (02/06/2014)