miércoles, 21 de marzo de 2012

Desmontando las objeciones al cheque escolar

Las más de las veces la resistencia al cheque escolar es fruto de la ignorancia o 
prejuicios.  Pero no hay que ignorar la presión de los intereses creados.

En los tres artículos anteriores he presentado las ventajas del cheque escolar, ese sistema que confiere a los equipos directivos de cada centro capacidad para organizar la enseñanza a su manera; y a los padres, libertad para matricular a sus hijos en el centro que les merezca más confianza.  Hoy trataré de desmontar los prejuicios más extendidos acerca del cheque escolar, que no son pocos.
Primera objeción: Estamos ante la típica solución neoliberal que se atreve a mercantilizar algo tan sagrado como la educación.
Réplica.  Niego la mayor.  Con el cheque escolar la educación seguirá siendo gratuita y obligatoria.  El Estado conservará un papel decisivo en la educación al fijar el presupuesto por alumno (que eso significa el cheque entregado a los padres), así como los contenidos mínimos en las asignaturas troncales.  No desaparecerán los colegios públicos, aunque sí se les obligará a competir con los privados.   Si no consiguen atraer un mínimo de alumnos habrán de modificar el enfoque o, tal vez, introducir un equipo directivo que se implique más.  Si a eso le llamamos mercantilizar de la enseñanza, bienvenida sea la mercantilización.  A decir verdad, los economistas neoliberales son los únicos que tienen derecho a quejarse pues el control estatal no desaparece por completo con el cheque escolar.  Los liberales moderados justificamos este control por los efectos externos de la educación (una persona bien educada mejora el bienestar social) y por ser la piedra angular de la igualdad de oportunidades.  
Segunda objeción: Coste prohibitivo.
Réplica. En un primer momento es posible que aumente el coste global pues los alumnos que asisten a colegios privados recibirán una subvención equivalente al coste por alumno en colegios públicos (que actualmente es mucho mayor).  A la larga el coste bajará pues los centros tienen interés por reducirlo.  Todo lo contrario de lo que ocurre en el sistema actual donde el mejor gestor es el que más gasta.
Tercera objeción: Caos organizativo.  Unos colegios rebosarán de niños mientras otros quedan vacíos.  Unas zonas estarán mejor atendidas que otras.
Réplica.  Las empresas educativas con éxito serán las primeras interesadas en abrir nuevas sucursales por todas partes.  Los centros que no consiguen atraer alumnos se verán obligados a imitar el modelo didáctico de los anteriores.  ¿Y por qué no a delegarles la dirección del centro?  Adviértase que el problema y la solución suelen estar en el tejado de los directivos, no en el de los profesores que deberán centrarse en su misión genuina: enseñar.
Cuarta objeción: competencia a la baja con la consiguiente caída del nivel educativo.  La masa del alumnado se orientará hacia los colegios menos exigentes.
Réplica.  No lo creo.  Muy insensatos han de ser los padres para llevar a sus hijos a centros cuyos alumnos obtienen una calificación muy baja en las reválidas que completan cada ciclo educativo.
Quinta objeción: Desigualdad.  Los malos estudiantes serán repudiados por el sistema.
Réplica.  Para desigualdad, el actual sistema de asignación forzosa que condena al fracaso escolar a los habitantes de barrios marginales.  El cheque escolar permitiría a los padres de esos niños llevarlos a cualquier colegio. Pero, ¿quién aceptará a emigrantes que apenas conocen la lengua del país? ¿Y a los niños conflictivos, hiperactivos o vagos de solemnidad?   -Los más listos y emprendedores. Si el cheque de esos niños problemáticos está suficientemente dotado, es posible que los colegios compitan por atraerlos. Su rendimiento mejorará ostensiblemente cuando les situemos en clases reducidas, con personal de apoyo y con huerto para desfogarse.
                Estos ejemplos muestran que, las más de las veces, la resistencia al cheque escolar es fruto de la ignorancia o los prejuicios .  Pero no hay que ignorar la presión de los intereses creados.  Harán bien en oponerse al cheque escolar los políticos que desean utilizar la escuela como un instrumento de manipulación ideológica.  Los directivos y profesores que desean la paz del monopolio, un sistema que les asegura beneficios estables con independencia de su esfuerzo y de los resultados.  Y esos centralistas jacobinos que desearían impartir los mismos programas a todos los niños del mundo sin atender a sus circunstancias personales y ambientales.

La Tribuna de Albacete (21/03/2012)