domingo, 5 de octubre de 2025

Flotillas y revoluciones de terciopelo

 

El pasado lunes, Trump y Netanyahu propusieron un acuerdo de paz para Gaza que implicaba el abandono de las armas, tanto por el ejército Israelí como por Hamás. ¡Demasiado tarde! Los pro-palestinos europeos ya habían enviado una “flotilla” que cruzaría el Mediterráneo para dejar en evidencia el genocidio israelí.

A lo largo de la semana, y sin saber muy bien el porqué, el navegador de mi ordenador empezó a llenarse de la “canción protesta” que siguió a Mayo-68. ¿Habrá alguna relación entre estos dos acontecimientos?, me pregunté.

Los revolucionarios instalados en la proa de la flotilla parecían vociferar la canción de Raimon “Al vent, la cara al vent … el cor al vent”. Lluis Llach les recordaba que “L’Estaca” de los dictadores no resistiría la presión popular. El mensaje de Paco Ibáñez era más épico, si cabe: “A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar”. Joan Baez transmitía firmeza: “No, no, no nos moverán”. Los fans de Elsa Baeza, mezclaban el credo marxista con el cristiano.  “Creo en Dios, creador de los maravillosos bosques hoy mutilados por el hacha criminal, Creo en Jesucristo proletario…”.

               Sorprende el legado cultural de aquellos cantantes y su capacidad para movilizar a la juventud de la época. Sin embargo, para llegar al fondo del asunto, habríamos de responder varias preguntas: ¿Qué frutos cosecharon aquellas revoluciones inspiradas en la lucha de clases y en un Dios revolucionario fabricado a la medida de hombre? ¿Qué fue de aquellos artistas a medida que acumularon años y dinero? Aunque los tripulantes de la Flotilla no les llegan a la suela de los zapatos, ¿tienen los mismos ideales? ¿Pretenden, acaso, volver a la época gloriosa de los setenta cuando la política se hacía en las calles y mares?

¡Revoluciones de terciopelo este es el elemento común!

La Tribuna de Albacete (06/10/2025)