domingo, 23 de febrero de 2025

Geoestrategias y geoocurrencias

 

Donal Trump es (o cree ser) un empresario que ha culmina su carrera en la Casa Blanca para gestionar el casino del mundo. Si preguntamos a la IA los adjetivos que mejor describen a Trump aparecerían los siguientes: impresentable, imprevisible, conservador, rompedor, osado, oportunista … Dos preguntas para dos momentos diferentes: ¿Podemos dejar la dirección de los EE.UU. (que es tanto como decir la del mundo) en personas como Biden y Trump? Si los americanos han decidido lo contrario, ¿no podría esos presidentes octogenarios consultar a personas más jóvenes, mejor preparadas técnicamente y con fundamentos morales más firmes?

               En política interior, Trump ha perdido la vergüenza y el miedo de enfrentarse con los absurdos de lo políticamente correcto. Utilizando sus competencias presidenciales, se ha lanzado a desmontar los chiringuitos de la ideología de género y a poner de manifiesto los sesgos de las organizaciones de la ONU que los promovían. Lo ha hecho con la misma rapidez y osadía que los extremistas de izquierda las impusieron en la Administración Biden. Tales medidas han molestado a algunos, pero no han sorprendido a nadie: estaban denunciadas y anunciadas.

               Es la política exterior la que está resultando más difícil de entender y digerir dentro y fuera de los EE.UU., a izquierda y derecha. Tras la II Guerra Mundial el equilibrio internacional se mantuvo por la rivalidad entre las dos grandes potencias nucleares: los EE.UU. y la URSS; la OTAN y el Pacto de Varsovia.  La sorpresa de la pasada semana es que, para poner punto y final a la guerra de Ucrania, Trump invitó a Putin a desayunar en Arabia Saudita. La OTAN ha quedado automáticamente bloqueada. Los ucranianos no son parte interesada. La Unión Europea no existe. La geoestrategia a la que estábamos acostumbrados ha dejado paso a las geo-ocurrencias. Cualquier cosa puede esperarse … menos una paz duradera.

La Tribuna de Albacete (24/02/2025)

lunes, 17 de febrero de 2025

¿Guerra arancelaria?

 

Los Mercantilistas de la Edad Moderna explicaban a sus monarcas que para enriquecer a la nación era necesario subir los aranceles. Había que evitar a toda costa la salida de oro asociada a las importaciones. La ciencia económica surgió para desmentir la falacia escodida tras este argumento. ¡La economía no es un juego de suma cero! Lo que ganaba un país con sus exportaciones no se hacía a costa de otros. En La Riqueza de las Naciones (1776) Adam Smith defendió el libre comercio internacional: si cada país se especializa en aquellos bienes sobre los que tienen alguna ventaja comparativa aumentará la eficiencia y todos saldrán ganando.

Un siglo después Léon Walras demostró matemáticamente la idea de Smith y se autopromocionó como candidato al Premio Nobel de la Paz (el de Economía todavía no existía). Tras repasar los conflictos internacionales de la época, Walras se percató que su origen común solía ser las guerras comerciales. Como los políticos no estaban por la labor, la escalada de aranceles no cesó hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se creó el GATT, actual OMC (Organización Mundial de Comercio).

En esto llega Donald Trump con su caballo del siglo XV. En su esfuerzo por volver a hacer grande a América no se le ocurre otra cosa que imponer aranceles a diestro y siniestro: Canadá, Méjico, UE, China… El presidente de los EE.UU. ha demostrado su ignorancia económica. Urge que sus asesores económicos le recuerden los peligros de una vuelta al Mercantilismo. A saber: guerras comerciales que bien podrían descontrolarse; caída del bienestar social pues los ciudadanos se verían obligados a comprar bienes peores y más caros; pérdida de la productividad... Trump debiera saber que lo mejor para impulsar la eficiencia económica de las empresas que hicieron grande a América es obligarles a competir en la economía internacional. Los equipos que juegan en la Champions, dan fe de ello.

La Tribuna de Albacete /17/02/2025)

domingo, 9 de febrero de 2025

Palestina - La Imaginación al poder

 

Donald Trump ni duerme ni deja dormir. Cada día se despierta con nuevas ocurrencias que no dejan tranquilo a nadie. La última, convertir la Franja de Gaza en un Ressort Turístico. Me uno a la opinión mayoritaria que denuncia la ilegitimidad, injusticia, imposibilidad e inutilidad de esta ocurrencia. Los palestinos preferirán morir matando, antes que ser expulsados de su patria.

Pero no hay mal que por bien no venga. La idea de Trump ha despertado un sueño de mis años mozos. Entonces lo enterré por utópico. Hoy sigo pensando lo mismo, pero entiendo que los problemas irresolubles deben abordarse con un poco de imaginación. Mi propuesta es que Egipto (el más firme defensor del pueblo palestino) venda a la ONU una parte de la franja norte de la Península del Sinaí. La ONU se encargaría de acomodar a los palestinos que voluntariamente decidieran emigrar desde Israel. Cada emigrante ostentaría un derecho de propiedad sobre la tierra y un trabajo en las empresas árabes que decidieran establecerse en la nueva franja. Para facilitar la operación, estas empresas estarían exentas de aranceles e impuestos y gozarían de unas infraestructuras de primera calidad. Las condiciones naturales del territorio serían un buen reclamo para las empresas turísticas. El objetivo fundamental, sin embargo, sería crear un Estado independiente y un sistema económico diversificado y viable.

¿Y quién pagaría el pato? La ONU con las contribuciones de todos los países miembros. El principal pagador sería el Estado de Israel. Si los políticos judíos son tan inteligentes como parece, comprenderán las ventajas de destinar a ese fin parte del dinero que actualmente están quemando en una industria militar solo sirve para alimentar odios atávicos y guerras inútiles.

La Tribuna de Albacete (10/02/2025)

domingo, 2 de febrero de 2025

Úrsula y Félix a garrotazos por la amnistía

 

El tema más escabroso que tiene el Gobierno español desde el primer día de su formación es si amnistía a quienes fueron condenados por perpetrar un golpe de Estado en 2017. El debate del pasado 23 de enero en el Parlamento Europeo entre la Presidenta de la Comisión (Úrsula von der Leyen, UL) y el Ministro (Felix Bolaños, FB.) supone un jaque mate al Gobierno español. Permítanme que lo reproduzca con las obligadas simplificaciones.

FB. Me extraña que se preocupa tanto por una ley de Amnistía del Estado español ¿Acaso no somos un Estado soberano?

UL: Sí lo son, pero forman parte de la UE. Cuando un Estado miembro atenta contra sus valores está atacando a la Unión. La Comisión Europea puede y debe velar para que todos los estados respeten los principios que, en su día, aprobaron.

FB. Yo defiendo esos valores y principios tanto o más que usted. Pero debe saber que cada país tiene su historia y sus problemas. Así como el derecho a resolverlos a su manera. La amnistía pretende ser un paso hacia la reconciliación nacional.

UL. La reconciliación no se consigue premiando a quienes han pisoteado la legalidad vigente. Tampoco se teje con el olvido sino con la justicia y la reparación.

FB. Esa visión de la justicia recuerda tiempos pretéritos cuando vengarse del enemigo era lo habitual. Nosotros preferimos resolver los problemas con el diálogo.

UL: La justicia no tiene nada que ver con venganzas sino con aplicar las leyes previamente aprobadas. El diálogo siempre es deseable. Pero el respeto al estado de derecho, la justicia y la igualdad no son negociables. Ese respeto no es un obstáculo para la paz social, antes bien su columna vertebral.  

FB. Las leyes evolucionan a la par que la sociedad. Debemos respetar los resultados de la democracia.

UL. También la democracia tiene sus límites. Los procesos democráticos, pueden pervertirse para conseguir un puñado de votos en el Parlamento.