La
Real Academia Española (RAE) advirtió hace unos días del deterioro observado en
el aprendizaje de la lengua. Esa misma noche, la Ministra de Educación descalificó
el estudio por “parcial”, solo se basaba en quince informes de personas
inmovilistas. Coincido con la RAE de que estas cuestiones no se resuelven con
macroencuestas ni por mayoría democrática. Mejor recoger las conclusiones de
profesores con experiencia y criterio. Como profesor universitario que soy,
aprovecho la ocasión para dar mi modesta opinión.
Lo que
observamos en la Universidad es que un porcentaje creciente de estudiantes llega
con menos preparación e interés. Un compañero físico me explicaba tiempo atrás:
“La Física no cambia. Pero, para adaptarnos al nivel de los alumnos no nos
queda más remedio que rebajar el nivel de exigencia. Un día, para salir de
dudas, les puse el mismo examen de hace diez años. No me quedó más remedio que
retirarlo al cabo de una hora”. En mis exámenes de Economía, un 40% de la nota
consiste en dos preguntas teóricas. “Ya sé -les advierto- que es imposible
responder en un folio todo lo que sabéis; por favor, seleccionad lo más importante”.
No deja de sorprenderme que muchos alumnos respondan en tres líneas con una
frase que no deja de ser su opinión personal.
Comparto
con la RAE que no hay que contraponer el estudio de contenidos con la formación
en competencias. Ambas actividades caminan juntas. Nada hay más práctico que
una buena teoría en una cabeza bien amueblada. Admiro también la importancia
que la RAE otorga a la construcción de una cultura general en los años
de la enseñanza obligatoria. Una cabeza hueca está condenada a girar como una
veleta al ritmo de las opiniones dominantes.
La Tribuna de Albacete (18/12/2023)