“El
hombre unidimensional” de Herbert Marcuse (1964) denunció la peligrosa
uniformidad del pensamiento y el comportamiento del hombre moderno. La
situación ha empeorado por la politización creciente de la sociedad. Todo se ha
reducido a un eje político de dos direcciones: izquierda - derecha. Esta
dimensión, originariamente concebida para clasificar a los partidos políticos,
se utiliza hoy para encasillar a jueces, científicos y … papas.
Benedicto
XVI desmonta el pensamiento plano. Sus escritos y conducta enfatizan el carácter multidimensional de la
vida humana. Si alguna dimensión hubiera que destacarse sería la trascendente.
La que nos eleva sobre los demás seres vivientes y sobre nuestro propio egoísmo.
Las ideologías de la “modernidad” (existencialismo y marxismo) amputaron la
dimensión trascendente que daba sentido a nuestra vida. La “postmodernidad”
(ideología de genero) supone una rebelión contra la razón y la propia naturaleza humana. Se desmoronará como el resto de ideologías, pero en su camino dejará
un reguero de desgracias.
La contribución
de Benedicto XVI a la doctrina social de la Iglesia queda bien reflejada en su
encíclica “Caritas in Veritate” (2009). En los fundamentos, la verdad. La “dictadura
del relativismo” socaba esos fundamentos que se concretan en unos derechos anteriores
al Estado y las modas culturales. La vida es el primero de tales derechos y
sería una aberración matar a seres humanos por “fines caritativos”.
La
caridad (la “caridad verdadera”) se manifiesta en la orientación de esos
fundamentos. Una casa puede orientarse hacia el sol o la penumbra; o puede
replegarse sobre sí mima ignorando las necesidades del prójimo. La verdad solo
será tal si promueve el bien de las personas y les ayuda a solucionar sus necesidades
concretas sin hacerles dependientes de nuestra ayuda.
Benedicto XVI nos ha dejado en la Navidad del 2022. Sus reflexiones serenas y profundas quedan como faros para orientar a los hombres de buena voluntad.
La Tribuna de Albacete (9/01/2023)