Tal día como
hoy, hace 44 años, se aprobó la Constitución española de 1978 con la finalidad
de asentar los fundamentos de un estado democrático de derecho. En lo político,
una monarquía parlamentaria con plena separación de poderes. En lo
territorial, estado de las autonomías. En lo socioeconómico unos una
economía social de mercado. Durante cuatro largas décadas, la CE ha conseguido
estabilizar el poder político, consolidar el progreso económico y pacificar la
convivencia social. Lamentablemente no todos aguantan tantos años de bienestar
y tranquilidad. Desde muy pronto hubo
intentos de acabar con el orden constitucional. Aunque difieran en las formas, todos
ellos han buscado cambiar las instituciones básicas de la CE sin respetar los
cauces establecidos por ella misma.
Febrero de
1981: golpe militar a la antigua usanza pero chapucero. Le falló la
adhesión del Rey. Octubre de 2017: golpe con urnas y sonrisas de los partidos
políticos que se decían representar a los auténticos catalanes. Le faltó
el apoyo internacional que solo vio una pantomima y el de las empresas (huyeron
más de doscientas). El art. 155 de la CE actuó como muro de contención.
Lo que se
está cociendo a fuego lento en los últimos cuatro años, es un golpe constitucional
bajo. En vez de atreverse a reformar los preceptos que les incomodan, el
Gobierno trata de desactivarlos a través de fraudes constitucionales
recurrentes. Al paso que vamos, el Gobierno aceptará pronto referendos sobre la
independencia de cualquier Comunidad Autónoma. Se dirá que solo son consultivos
y acudirán a votar solo los independentistas. El día que consigan la mayoría de
los votos, ¿quién osará oponer el estado de derecho al estado democrático? No lo
harán, desde luego, los miembros del Tribunal Constitucional nombrados por el gobierno
que autorizó el referéndum.
CE de 1978,
¡es el momento de demostrar tu fortaleza y perspicacia! No permitas que
disuelvan tus fundamentos institucionales.
La Tribuna de Albacete (5/12/2022)