El cardenal Sarah ha denunciado a la sociedad actual como
“dictadura del ruido”. Molesta el silencio y hemos perdido la capacidad de
reflexión, concluye. En un texto más antiguo, “Silencio sobre lo esencial”, Jean
Guitton advirtió que el griterío de las calles y los corazones, avanza paralelo
al silencio sobre las cuestiones más importantes que debiera plantearse cada
persona y la sociedad en su conjunto.
Es esencial preguntarse por la “verdad”; y no una sino
muchas veces. En este mundo tan relativista y subjetivista, parece absurdo
preguntarse por la verdad. Pero existe. Respetarla o vulnerarla tiene sus
consecuencias.
La primera gran verdad es que el ser humano está dotado
de una dignidad intrínseca de donde emanan unos derechos fundamentales. Estos derechos
pueden ser respaldados por las leyes fundamentales de cada país, pero que no arrumbados
por esa retahíla de derechos de quita y pon que inventa el gobierno de turno. Estoy
pensando en el derecho a la vida, base y soporte de todos los demás. Me temo lo
peor, si no se respeta.
Resulta esencial preguntarse por la naturaleza del ser
humano. ¿Quién soy yo, criatura o creador? ¿Un individuo autónomo o una persona
que necesita de los demás? Amar y ser amado, lo necesitan las personas tanto
como el aire que respiran.
Resulta esencial preguntarse por el sentido de la vida. ¿Qué
debo hacer y cómo necesito vivir para que mi vida tenga sentido para mí y sea
útil a los demás?
Navidad, 2022. La mejor ocasión para reflexionar sobre
las cuestiones esenciales.
La Tribuna de Albacete (19/12/2022)