La Teoría
General (1936) de Keynes fue resumida por sus seguidores en tres renglones:
(1) La economía de mercado es el sistema económico más eficiente que ha
conocido la humanidad; el único que ha conseguido un crecimiento acumulativo.
(2) La senda de crecimiento es inestable. A periodos de auge con tensiones
inflacionistas suceden periodos de recesión con desempleo involuntario, masivo
y de larga duración. (3) El Estado puede y debe estabilizar la economía a
través de las políticas fiscal y monetaria. Deberá gestionarlas con prudencia,
sobre todo cuando conviven el desempleo con la inflación.
En la misma
década, el economista polaco M. Kalecki lanzó un mensaje similar al de Keynes,
aunque menos entusiasta. A su entender, las políticas anticíclicas de los
Gobiernos suelen exacerbar el ciclo. En los años electorales, los gobiernos
disparan sus gastos, sí o sí. No importa la situación financiera del Estado, ni
las tasas de paro e inflación. El fin (atraer votos) justifica los medios.
¿Y si los resultados
de estos presupuestos electoralistas exacerban el ciclo? ¿Y si el aumento de
gasto es comido por el servicio de una deuda pública desbocada? Tampoco esto
parece preocupar a los políticos. Si ganan las elecciones gozarán de cuatro
años más para contemplar la crisis desde su palacio. Si las pierden, el marrón lo
tragará la actual oposición. Reinará cuatro años con una soga al cuello.
Me temo que
me he enrollado. Solo quería explicar al carácter expansivo de los últimos
presupuestos españoles a pesar de la presión inflacionista y de estar muy por
encima de los niveles de déficit y deuda marcados por la UE. ¿Adivinan dónde se
ha destinado el grueso del nuevo gasto público? -A pensiones. No en vano tenemos 10
millones de pensionistas, quiero decir, votantes.
La Tribuna de Albacete (10/10/2022)