lunes, 20 de junio de 2022

La trampa de la deuda

La deuda representa una losa para el prestatario desde el primer momento. El Estado, que suele ser el mayor deudor de la economía, habrá de destinar una parte creciente de los impuestos al servicio de la deuda. La losa se convierte en trampa cuando la deuda vencida representa una proporción tan alta de la renta corriente que no queda más remedio que emitir nueva deuda para pagarla. Si los prestatarios dudan de la solvencia de estos estados, les exigirán una prima de riesgo. En eso consiste la trampa de la deuda.

Todas las trampas necesitan de un cebo que las haga atractivas. En el caso español el cebo lo puso el propio BCE. Desde 2014 y, sobre todo, durante el tiempo de pandemia, se comprometió a comprar a un interés nulo los bonos emitidos por el Estado. En los diez últimos años la deuda ha pasado del 60 al 120% del PIB español. ¡Menuda carga explosiva!

Las trampas de deuda se asemejan a arenas movedizas. Hagas lo que hagas siempre acabas más hundido. Una política fiscal expansiva (aceleración del gasto público) ahuyenta a los prestamistas recelosos de los estados pródigos. Una política fiscal restrictiva (aumento del tipo impositivo) ahuyentará a los contribuyentes e impide que mejore la recaudación.

La solución ha de venir de fuera; del BCE, para ser más precisos. En 26 de julio de 2012, Mr. Draghi se comprometió a hacer todo lo que estuviera en sus manos, a saber: reducir a cero el tipo oficial de interés y prestar directamente a los estados ahogados por las primas de riesgo. El 16 de junio de 2022, la Sra. Lagarde explicó que inflación le obligaba a subir el tipo de interés oficial, pero que trataría de impedir que se disparen las primas de riesgo en España, Italia y Portugal. 

¿Lo conseguirá con tanta facilidad como en 2012 y 2020? ¿Qué condiciones impondrán las autoridades europeas y los países de la UE con finanzas saneadas?

La Tribuna de Albacete (20/06/2022)