Ya lo he dicho alguna vez. La ideología de género es el
mayor atentado contra la inteligencia y la ciencia, el sentido común y la
libertad. Hoy añadiré algo más. Tan absurdos son los postulados y prácticas de
la ideología de género que acabarán fagocitando a los partidos que los predican.
Se evaporarán cuando los ciudadanos, antes de depositar su voto, se tomen unos
minutos para examinar esas normas a la luz de su conciencia personal, el
sentido común y el rigor científico.
La semana pasada, sin ir más lejos, se filtró la
propuesta del Ministerio de Igualdad sobre la “Ley Trans”. Avanzo un resumen; huelgan
los comentarios. Cualquier adolescente mayor de 16 años podrá exigir al Registro
Civil un cambio de sexo. No hará falta ningún informe médico o psicológico. Tampoco
el consentimiento paterno, aunque los representantes legales sí pueden
autorizar el cambio de sexo a niños de 12 a 16 años. Queda suprimido, el requisito
de dos años de espera. Será el propio individuo (si así lo desea) quien exija a
la sanidad pública los tratamientos adecuados para acomodar su aspecto físico
al nuevo sexo.
Lo absurdo de una ley se aprecia en las distorsiones que
genera. Los organismos internacionales ya han advertido del fin del deporte
femenino cuando quienes suban al podio sean hombres que se sienten mujeres. La
inseguridad jurídica devendrá insoportable. ¿Dejaremos a alguien cambiar de
sexo al ritmo de su estado de ánimo? ¿Podrá un señor entrar en el vestuario
femenino enseñando su DNI rectificado? ¿Será de aplicación el agravante
“machista” cuando el marido celoso se cambia de sexo antes de maltratar a su
esposa?
Estos hechos son más que anécdotas. Evidencian la
insensatez y los peligros que derivan de dar la espalda a la realidad y a la ley natural.
La Tribuna de Albacete (8/02/2021)