Así imagino las campañas electorales
de la próxima década. Partido X: “¿Le gustaría despertarse el día 1 de cada mes
con 1000€ en su cuenta corriente?”. El partido Y le reprochará su tacañería: “¿Y
por qué no 2000€? Están hablando de la renta básica (RB): una subvención
generalista, permanente y no condicionada. Todos reciben el mismo dinero periódicamente
y pueden hacer con él lo que quieran. La única diferencia es que, a fin de mes,
Hacienda retendrá 3000€ a quienes tengan un trabajo bien remunerado; para los
parados, en cambio, la RB coincidirá con la renta disponible.
Sr. Ministro, no mezclemos churras
con merinas. “Hoy, ayudas de emergencia; mañana ya discutiremos sobre la RB”,
ha advertido Luis Ayala, otro experto en temas de igualdad que fue profesor de la
FCEE de Albacete. Cuando llegue ese momento, no hemos de olvidar la opinión unánime
de los promotores de la RB: o la aplicamos íntegramente (renta generalista,
permanente e incondicionada) o será más de lo mismo; seguiremos aumentando el
peso del sector público a costa de la iniciativa privada.
El quid de la cuestión es si el despertador que suene el
1 de cada mes animará a los trabajadores a saltar de la cama para añadir un
sueldo a la RB, o justificará otra cabezadita siendo que ya tienen asegurado el
pan. Por lo que respecta a los empresarios-empleadores, el dilema es otro: ¿les animará a
invertir más pues la demanda fluye con más facilidad o acabarán cerrando la
persiana bajo la presión asfixiante de los impuestos? Si se impone la segunda de las dos
alternativas, no hay que descartar el peligro de una escalada inflacionista que
acabaría destruyendo la economía de mercado y el estado del bienestar que tanto nos ha
costado construir.