La
historia de la humanidad puede leerse como una lucha entre las fuerzas
centrípetas y centrífugas; los esfuerzos para la centralización territorial del
poder político son contrarrestados por las exigencias de descentralización. En
cada momento han prevalecido las fuerzas acordes con el alcance territorial de
los problemas. La tecnología ha jugado un papel fundamental tanto en la
delimitación de los problemas como de las soluciones.
Los
humanos empezaron organizándose en tribus para solucionar sus problemas comunes,
la mayoría de ámbito comarcal. Algunas tribus se convirtieron en comunidades
regionales y fueron creciendo y creciendo hasta soñar en imperios. Estos
imperios impuestos desde arriba fracasaron. No era posible controlar por la
fuerza unidades territoriales tan extensas como innecesarias. La Edad Moderna construyó
los estados-nación para solucionar los problemas que resultaban inaccesibles
para las regiones en las que se fragmentó el Imperio Romano. Hoy, el
estado-nación vuelve a quedar pequeño ante la creciente globalización de los problemas.
Estoy pensando en el calentamiento global, las crisis financieras, las
migraciones o la misma defensa nacional... La respuesta a las nuevas
necesidades ha venido de organizaciones supranacionales como la ONU y la UE.
Quienes
tratan de solucionar los problemas actuales de convivencia con estructuras políticas
de la Edad Media o Moderna, están dando un paso atrás que les priva de la
perspectiva adecuada. Lo que sí debemos exigir a los organismos supranacionales
es que se limiten a regular lo imprescindible y respeten la autonomía de los entes
inferiores.
En el
planeta que nos ha tocado vivir solo existen dos comunidades políticas
naturales: el mundo y el municipio/comarca. Afortunadamente, hay vida más allá
de la política. La descentralización no acaba en el estado-nación, ni en el
gobierno regional o municipal. Acaba y empieza en las personas, las familias y
la sociedad civil. Antes del terruño estaban las familias. Más allá de la
Tierra como unidad política siguen estando las familias.
La Tribuna de Albacete (10/02/2020)