lunes, 10 de septiembre de 2018

Cadenas y raíces


“Hijo, rompe tus cadenas, pero no cortes tus raíces”. Oí esta máxima en mi juventud de labios de una persona sabia. No la he vuelto a escuchar ni he podido rastrear su origen en internet. Pero me sigue pareciendo un pensamiento certero. La Feria de Albacete parece una ocasión propicia para rememorarla.
Las cadenas esclavizan. Después de muchos siglos campeando a sus anchas, la esclavitud ha sido felizmente abolida. Los remanentes que todavía colean en algunos rincones acabarán por extinguirse si la repulsa social se mantiene firme. Lamentablemente hay una esclavitud interior que goza de salud y admiración social. Las cadenas más difíciles de apreciar y romper son precisamente las que uno mismo va urdiendo con sus comportamientos viciosos aplaudidos por los demás. Es esclavo quien está dominado por la ira o se engancha a las drogas o no sabe vivir un día sin internet.
Las raíces fundamentan y alimentan. Las fiestas patronales vivifican nuestras raíces comunes con familiares y amigos. Nos recuerdan las bases cristianas de la cultura europea que a tantas personas han ayudado a erradicar vicios y cultivar virtudes. La Feria de Albacete, que estamos celebrando en honor a la Virgen de los Llanos, ilumina las virtudes más necesarias en esta sociedad tan pretenciosa como falsa. Los “llanos” evocan esa simplicidad de vida que es lo contrario de la doblez de corazón y del postureo. Y esa humildad por la que Dios enalteció a la Virgen y dispersó a los soberbios de corazón.
Raíces y cadenas acaban siendo incompatibles. Quien pierde sus raíces fácilmente acaba esclavizado a sus vicios personales y a las modas sociales. No faltará quien haga ostentación de sus cadenas de oro. ¡Cadenas, al fin y al cabo!

La Tribuna de Albacete (10/09/2018)