lunes, 12 de noviembre de 2018

Don Ciriaco



Para entender a un obispo nada fácil que leer el lema de su escudo episcopal. El de Don Ciriaco reza así: Evangelizare Regnum Dei. Soy testigo de que en los doce años que ha servido en la diócesis de Albacete, no ha cesado de sembrar, a diestra y siniestra, la semilla del Reino de Dios, que en eso consiste la evangelización.
Mi primer encuentro con D. Ciriaco se remonta al 2012. Un grupo de profesores y estudiantes de la UCLM organizamos el foro “Universitas” que trata de llegar al fondo de los problemas socioculturales y a soluciones éticamente aceptables. Tras fijar la fecha de la primera sesión, alguien me informó del interés de D. Ciriaco por asistir. “¿Pero cómo puede un obispo participar de oyente?”, solté yo. Acordamos que dirigiera la segunda sesión sobre “Ciencia y creencia”. La cerró con una frase de Ortega y Gasset: “El conocimiento científico es exacto, pero incompleto y penúltimo”. No la he olvidado.
A raíz de esta conferencia nacieron los “Encuentros anuales del Sr. Obispo con el mundo de la cultura”. Por supuesto, la preocupación pastoral de D. Ciriaco se extiende a otros muchos campos. Cenando con un matrimonio amigo, sus hijos adolescentes no cesaban de despotricar contra los curas. “Con sermones y rezos no se arregla nada” sentenciaron. En lugar de pelearse con ellos, les invitó a acompañarle en su próximo viaje al Magreb (era el Presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones) o a la inauguración de algún economato de Cáritas. En petit comité apostilló: “Estos jóvenes no se percatan de la importancia de la oración. Yo sí y por eso voy asiduamente al convento de las Carmelitas y les pido que recen por ellos. Sólo Dios puede ablandar los corazones para que la semilla dé el ciento por uno”. 
Muchas gracias, D. Ciriaco, por habernos evangelizado durante doce años con su voz, grave y serena. Con esos gestos sencillos que transmiten la cercanía, el compromiso y la alegría del Evangelio. 
La Tribuna de Albacete (12/11/2018)