lunes, 14 de noviembre de 2016

Cosas de la democracia

Prueba de fuego 
para el Estado democrático de Derecho

“La democracia americana se suicida”. Títulos tan dramáticos han circulado por la prensa tras la victoria, tan temida como inesperada, de Donald Trump. Yo preferiría dar a mi artículo un tinte menos sombrío. “Cosas de la democracia” sería un título apropiado para transmitir la naturalidad de cualquier cambio siempre que se respeten las reglas de juego. “Una prueba de fuego para el Estado democrático de Derecho”, sería un título alternativo para enfatizar importancia de conjugar la democracia con el Estado de Derecho. La Constitución americana de 1787 (todavía vigente) abre una de las mejores páginas de la civilización occidental: el Estado democrático de Derecho.
La ruptura de las reglas de juego puede provenir tanto de la nueva presidencia como de los que no se avienen con ella. Poco después de las elecciones, el Estado de California, que vota Demócrata, ha amenazado con independizarse. Lo mismo decidieron los estados sureños en 1860. Se les respondió que esa opción era válida en tiempos de la Confederación. Desde que se aprobó la constitución federal ningún estado tenía derecho a independizarse de forma unilateral. Podemos estar tranquilos por estos golpes bajos.
Los golpes desde arriba pueden ser más peligrosos. En los sistemas presidencialistas, como es el caso del norteamericano, el Jefe de Estado tiene más poder que en los parlamentarios. Su primer límite lo encuentra en la Constitución y en la Corte Suprema de los EE.UU. que trata de salvaguardarla frente a cualquier intromisión, empezando por las del Presidente.
La mayoría de las decisiones del Presidente habrán de ser refrendadas por el Congreso y el Senado. A fecha de hoy, los republicanos tienen mayoría en las dos cámaras. Pero los diputados americanos (esta es otra diferencia con España) no se deben al partido sino a los votantes de su jurisdicción. Las veleidades presidenciales no lograrán la venia de congresistas y senadores. Y si el Presidente se muestra recalcitrante, se arriesga a ser suspendido por las cámaras.  No sería el primer caso de “impeachement”.

Y no olvidemos el contrapoder que ejercerán los grupos de intereses y la sociedad civil. Donald Trump y el resto de los populistas de derechas o de izquierdas, debieran reflexionar sobre la frase de Abraham Lincoln:Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos”.

La Tribuna de Albacete (14/11/2016)