y miedos racionales que nos libran del precipicio
Los de Podemos atribuyen
su batacazo electoral a un ataque de miedo. “Pero el miedo es irracional y
pasajero. Acabarán votándonos”, concluyen. ¡O no! Hay miedos profundamente
racionales y razonables. Los antecedentes ideológicos y prácticos de los
líderes de Podemos son suficientes para amedrentar hasta a los más indignados.
Sus raíces ideológicas se hunden en el
marxismo-comunismo. Desde esas premisas asesoraron al presidente venezolano,
Hugo Chávez, con los resultados que hoy tanto nos duelen al conectar el
telediario: hambre, corrupción y represión. Podemos debe ser el único partido
en el mundo que no se atreve a criticar al régimen venezolano. Teme que se
despierte la lengua de Maduro y empiece a proferir verdades comprometedoras. A
más de un español le debió aterrar la idea de que su futuro Presidente pudiera
acabar procesado por el inminente gobierno democrático de Venezuela.
Podemos se abrió paso denunciando la corrupción de la
casta política española. No le faltaban datos. Sí profundidad y perspicacia
para comprender que la corrupción de los políticos guarda relación directa con
la cantidad de recursos que manejan y la discrecionalidad permitida. Progres
como son, desean solucionar todos los problemas con más estado, más dinero y
más discrecionalidad. Y dan por supuesto de que sus hombres sabrán nadar sin
mojarse. Un argumento tan pueril como peligroso que la mayoría de los españoles
ha detectado a tiempo.
El mayor caladero de votos de la formación morada radica
en Cataluña y el País Vasco a quienes prometieron sendos plebiscitos de
autodeterminación. Sus líderes madrileños confían que el pueblo votaría NO y se
acabarían para siempre el problema del independentismo (cerrando los ojos a lo
que ha ocurrido en Quebec y Escocia). José Mota preguntaría ¿y si SÍ? Dos días
de Brexit fueron suficientes para despertar a algunos electores del sinsentido
de un referéndum separatista, a estas alturas de la historia.
Tras las elecciones de diciembre 2015, cuando los
líderes de Podemos comprobaron que tenían posibilidades de formar gobierno, se
pusieron la piel de cordero. Ya no eran comunistas sino socialdemócratas. Su
referencia pasó a ser la rica Suecia en vez de la pobre Venezuela. La ocupación
de propiedades ajenas y los escraches, que han dado vida a muchos militantes, nunca
jamás serían necesarios… La nueva estrategia alimentó ciertas suspicacias sobre
el Gobierno revolucionario. ¿Qué podemos esperar de un partido que se cambia de
chaqueta con tanta facilidad? Además de cambiar el nombre de las calles, ¿aportaría
alguna novedad sustancial sobre los programas de los dos partidos mayoritarios?
Hay miedos irracionales y miedos
racionales y razonables. Miedos que nos bloquean e impiden avanzar y miedos que
nos libran del precipicio. ¡Ojalá encontremos una sociedad profunda capaz de
discernir unos y otros.
La Tribuna de Albacete (04/07/2016)