domingo, 12 de junio de 2016

Renta básica universal

Como no saben ni quieren saber de límites económicos...

¿Te gustaría tener una renta vitalicia e incondicional superior al salario mínimo, tanto cuando estés trabajando como cuando quedes en paro o te jubiles?  Esto es lo que preguntaron a los suizos hace ocho días. El 78% votó “NO”.
               La renta básica universal es una idea antigua. Algo de bueno debe tener para que haya concitado la atención de economistas de diferente formación teórica e ideología. Milton Friedman, liberal donde los haya, denunció que el estado del bienestar alimentaba la cultura del subsidio, creaba “trampas de pobreza” y destruía la eficiencia económica. ¿Qué incentivo para buscar trabajo puede tener un parado si al encontrarlo pierde el subsidio de desempleo? Mejor, concluyó, garantizar a todos una renta básica que les alimente mientas estén parados y les permita reducir sus impuestos cuando logren un empleo bien remunerado. Según sus cálculos, el esquema podría pagarse con la parte del presupuesto que es succionada por la actual telaraña de subsidios a empresas y particulares.  
No faltan defensores de la renta básica entre los premios Nobel más proclives al intervencionismo estatal. James Tobin y Paul Krugman la invocan como un instrumento para luchar contra la desigualdad creciente del capitalismo y contra el estancamiento secular de economías con problemas de demanda efectiva. Como son economistas, hubieron de hilar fino para no llevar al estado a la bancarrota.
En el terreno político, la magia de la renta básica es aireada de vez en cuando por partidos populistas, tipo Podemos. Como no saben ni quieren saber de límites económicos, lo tienen más fácil.  El parado podemita está de suerte, cobraría la renta básica, más el subsidio de desempleo, más el resto de subsidios acumulados hasta la fecha. Friedman les preguntaría: ¿Qué incentivo tendrá para buscar trabajo? Tobin añadiría: ¿Quién pagaría la fiesta a la que, sin duda, se apuntarán todos los vagos del mundo? –Subiendo impuestos a los ricos, es su respuesta preferida. Pero, ¿y si éstos se marchan o dejan de invertir?
              A lo mejor, el 78% de los suizos que rehusó una renta vitalicia e incondicional, no están locos. Prefieren conservar una economía productiva que les dé oportunidades de trabajar y un sistema de subsidios que anime a buscar un nuevo puesto a quien tenga la desgracia de perderlo.
La Tribuna de Albacete (13/06/2016)