La alegría del amor construido y reconstruido
cada día en cada hogar
Con los
tiempos y las ideologías que corren no parecía fácil llegar a un documento de
consenso sobre la familia, ni siquiera entre el clero católico. El Papa Francisco
fue valiente para pedir la opinión de los católicos de a pie. Los obispos
debatieron ese material en un par de sínodos. Ahora, a dos años del primero, el
Papa resume las conclusiones desde su óptica personal. “Amoris laetitia” es el
título elegido para su exhortación apostólica.
El
Pontífice ha sabido escapar de la tentación casuística y pone el acento en la “Alegría
del amor” que debe ser construido y reconstruido cada día en cada hogar. La
función del magisterio, dice, no consiste en ofrecer soluciones permanentes y
cerradas que contemplen todos y cada uno de los casos posibles para separar a
buenos y malos. Lo importante es recordar a todos la belleza y la alegría del
amor humano que se aprende y cultiva en la familia. Para asegurarlo hay que
sentar las bases y los medios: el amor entre hombre y mujer, exclusivo, fiel y
perenne, orientado a la procreación y educación de los hijos, así como a la
ayuda mutua. ¿A qué pareja de novios no le entusiasma este ideal? ¿Habrá alguna
que prefiera firmar una relación pasajera hasta encontrar otra persona más
atractiva?
El
Papa, que es muy realista, no ignora la fragilidad del ser humano. La Iglesia
ha de ayudar al hombre de carne y hueso a suplir la falta de frutos de amor sembrando
más amor y a levantarse cuando cae. Aquí empiezan los problemas doctrinales que,
por lo visto eran los únicos que preocupaban a algunos de dentro y fuera de la
Iglesia. ¿Qué hacer con los divorciados que se han vuelto a casar? ¿Pueden
recibir la comunión? El Papa les recuerda que la Iglesia está a su servicio y cuenta
con su colaboración y que, si de verdad desean comulgar para cumplir mejor sus
obligaciones familiares, se acerquen a un sacerdote quien valorará la seriedad
del deseo y el momento oportuno.
¡Sabia decisión! ¿Por qué gastar las energías
buscando soluciones generales a problemas particulares y anecdóticos? Lamentablemente,
los divorciados que desean reconstruir su vida cristiana son tan pocos que bien
pueden ser atendidos uno por uno. Lo importante es ayudar a los millones de esposos
que desean educar mejor a sus hijos y profundizar en su amor para que no se
agoste ni en tiempos de sequía.
La Tribuna de Albacete (11/04/2016)