Me cuesta confiar en la bondad de ese demonio
capaz de crear dinero de la nada y repartirlo gratuitamente
Hace unos
días, el Presidente del BCE presentó un paquete de medidas radicales para
alejar los fantasmas de la recesión y deflación que desde 2008 planean sobre la
economía europea. Para expandir la oferta monetaria, el BCE está dispuesto a
comprar activos de nueva emisión, públicos y privados, por valor de 80.000
millones de euros mensuales. Para penalizar a los bancos perezosos, les “cobrará”
un interés por las reservas depositadas en Frankfurt. Para premiar a los bancos
que se animen a prestar a particulares, les facilitará cualquier cantidad de
recursos a un interés negativo.
¡Barra libre
de crédito a tipos negativos! Lo nunca visto. Si diez años atrás alguno de mis
alumnos de macroeconomía hubiera sugerido políticas de este calibre,
suspendería por insensato. Y si el insensato hubiese sido el Gobernador del
Banco de España hubiera acabado en la cárcel pues este tipo de medidas estaban
expresamente prohibidas. La expansión de dinero era sinónimo de inflación y derroche. El
dinero fácil era una bomba de relojería en manos de gobiernos manirrotos, dormía a las empresas productivas y daba alas a los especuladores.
¿Qué ha
cambiado para que el BCE, siguiendo la estela de la Fed norteamericana, haya
cambiado de criterio? –La situación del enfermo. La economía occidental está
tan debilitada que lo que hoy preocupa no es la inflación sino la deflación. Los
empresarios y hogares siguen obsesionados por reducir sus deudas. ¿Se animarán
a invertir y crear empleo con esta especie de “barra libre”? Lo dudo. Los más
propensos a animarse son los especuladores. El subidón de la bolsa neoyorkina,
que ya rebasa los niveles de 2008, debiera ponernos sobre alerta.
Desde estas páginas hemos
denunciado a menudo la “crédito-dependencia” del capitalismo avanzado. El
drogadicto necesita cada vez mayores dosis para conseguir la mitad de los
efectos estimulantes del pasado. El último paso que nos queda por dar es lanzar
billetes desde el helicóptero de Milton Friedman. Cualquier día nos despertará un
SMS del BCE advirtiendo que ha aumentado el saldo de nuestra cuenta corriente en
tantos euros con fecha de caducidad de un mes. Esto no lo han propuesto los
líderes de partidos antisistema (que también) sino el expresidente de la
Autoridad Británica para la Reforma Financiera. Me refiero al libro de Adair
Turner: “Between debt and the devil”. Lo recomiendo. Yo comparto sus temores
sobre los efectos depresivos a largo plazo del crédito-deuda. Me cuesta más confiar
en la bondad de ese “demonio” capaz de crear dinero de la nada y repartirlo
gratuitamente.
La Tribuna de Albacete (21/03/2016)