¡Lástima que la razón vaya perdiendo peso
en la cultura postmoderna!
Las campañas
electorales en España eran largas; ahora tienden a ser permanentes.
Aprovechando esta circunstancia comentaré un episodio de la última campaña que
se quedó en mi tintero. Se trata del debate en la Universidad Carlos III de
Madrid entre los líderes emergentes: Pablo Iglesias y Albert Rivera. A la
pregunta del moderador (Carlos Alsina) sobre qué texto de filosofía
recomendarían a los universitarios españoles, Iglesias afirmó tajante: “Ética
de la razón pura” de Kant. A Rivera le pareció bien, pero confesó que no había
leído nada del filósofo prusiano.
El lado
cómico del asunto es que no hay ningún libro con ese título. Immanuel Kant
trata los aspectos éticos en la “Crítica a la razón práctica” y en “Fundamentos
de metafísica de las costumbres”. El lado preocupante es que ni los candidatos
ni los electores conozcan los aspectos positivos de los grandes filósofos.
Todos tienen algo aprovechable. Las reflexiones éticas del filósofo de la
modernidad podrían servir como antídoto a la desorientación a la que nos ha
llevado la filosofía postmoderna.
El primero
de los imperativos categóricos de la ética kantiana puede resumirse así: “Tus
acciones serán moralmente correctas si responden a criterios que pueden
universalizarse”. Uno puede tener la tentación de matar, robar o mentir. Pero
nunca se atreverá a proponer esas conductas como reglas de conducta so pena de
desintegrar la sociedad. Por la misma lógica, nadie en su sano juicio puede
pretender saltarse las normas del Estado de derecho y declarar a las bravas la
independencia, la república o la abolición de la propiedad privada. Si todos
obraran así, el nuevo Estado independiente duraría cuatro días.
El segundo
imperativo categórico nos recuerda que “las personas son fines en sí mismas;
nadie puede utilizarlas como medios”. El posmodernismo actual más parece
discípulo de Maquiavelo que de Kant. Nos quiere hacer creer que es posible
manipular (e incluso matar) a un ser humano si detrás hay buenas intenciones.
“El fin justifica los medios”, que diría el filósofo italiano.
Una última observación. La
expresión “imperativos categóricos” la utiliza Kant como contrapunto a los
“imperativos hipotéticos”. Los segundos admiten una variedad de matices según
las circunstancias concretas. Los imperativos categóricos obligan siempre y a
todos. No los impone el legislador sino la razón. ¡Lástima que la razón vaya
perdiendo peso en la cultura postmoderna!
La Tribuna de Albacete (18/01/2016)