En 1999 se esculpió la cara monetaria del euro.
Es el momento de esculpir su cara institucional
Los economistas
anti-euro (casi todos ellos americanos e ingleses) están aprovechando la crisis
griega para recordarnos lo que vaticinaron en 1999: “El euro está condenado al
fracaso porque Europa no es un área monetaria óptima”. A mi entender el verdadero problema estriba en
que durante estos quince años nadie se ha preocupado de crear las instituciones
que propician la transformación de un territorio cualquiera en área monetaria óptima.
Fue Robert
Mundell (canadiense y Premio Nobel de Economía en 1999) quien exploró los
requisitos para ser un área monetaria óptima. Los ciclos económicos han de
estar acompasados en todo el territorio. En caso contrario, concluyó, era
preciso que los parados pudieran emigrar a las regiones prósperas. O que algún
ente central transfiriera fondos a las regiones en declive para dinamizarlas.
Yo no
pondría el acento en las transferencias, que suelen alimentar la cultura del
subsidio. Lo pondría en las instituciones que aseguren una igualdad de derechos
básicos al tiempo que incentivan a trabajar e invertir más. La UE ha de controlar las palancas claves de
la política macroeconómica y el sistema de seguridad social para jubilados y
parados.
“Café para
todos”, dirán algunos. Vale, pero la cantidad de café ha de ser acorde a lo que
cada uno paga y dar estímulos a la superación. El sistema europeo de seguridad
social garantizaría, por ejemplo, el 80% del sueldo por el que se ha cotizado
en los últimos 25 años. Si los griegos
cotizan la mitad que los alemanes, su pensión media será la mitad. La
diferencia real no sería tan abultada pues el coste de la vida en Atenas es
inferior al de Berlín.
Por lo que
respecta al desempleo, hay que escoger un modelo que anime a los parados a buscar
trabajo dónde sea. El modelo austriaco de la mochila parece idóneo. Con cada
nómina, los trabajadores reciben unos vales que certifican el pago del seguro
de desempleo y que podrán ser canjeados por dinero si caen en el desempleo. El
que más días trabaje más vales tendrá disponibles para canjear durante su
jubilación. Y si tampoco llega a gastarlos, podrá darlos en herencia a sus
hijos. No es casualidad de que en Austria el desempleo no pase del 5% ni en las
crisis más severas.
En 1999 se esculpió la cara
monetaria del euro. Es el momento de esculpir la cara institucional. En su
ausencia, los planes de la UE para Grecia no pasarán de ser parches
presupuestarios y financieros. Parches que tapan las heridas… sin curarlas.
La Tribuna de Albacete (13/07/2015)