¡Lastima que los votantes prefiramos la anestesia de la política
a la medicina del mercado!
Para bien o
para mal, la dialéctica mercado-política forja nuestras vidas. Malo si los
políticos abandonan al mercado en mano de unos magnates que odian la
competencia. Peor si los gobernantes monopolizan el poder político y el económico,
controlando nuestras vidas desde la cuna a la sepultura. In medio virtus, reza el aforismo. Pero, ¿dónde está ese punto medio
ideal que confiere a los individuos un mínimo de seguridad sin adormecer su
iniciativa y responsabilidad?
Algunas
mezclas estado-mercado han provocado el efecto contrario. El retraso económico
de los países del sur de Europa y de las regiones sureñas de cada uno de estos
países, tiene mucho que ver con el efecto anestésico de las subvenciones
públicas. En Grecia todo es sur y tanto su gobierno como el de la UE parecen
encantados con perpetuar la situación. Para desgracia de los griegos, el efecto
anestésico de los remedios políticos está asegurado.
Yo deseo que
Grecia siga en la UE. Porque ese país constituye una de las señas de identidad
europea; y porque a nadie deseo sufrimientos inútiles. Con esta advertencia por
delante, me pregunto: ¿Qué pasaría si dejáramos en manos del mercado el
problema griego-europeo? La quiebra inmediata del Estado heleno obligaría a
gobernantes y ciudadanos a tocar con los pies en tierra. Incapaces de conseguir
crédito barato, los primeros deberían ajustar drásticamente el tamaño del
sector público. Incapaces de vivir del subsidio, los parados habrían de emigrar
a las regiones europeas más pujantes. Con un poco de suerte, la caída
generalizada del coste laboral y del suelo, atraería la inversión extranjera.
Poco a poco empezaría a crearse la estructura productiva que es la gran
deficiencia de la economía helena.
La medicina
del mercado suele ser amarga pero tendrá efectos curativos en la medida que
despierte la iniciativa, la eficiencia y la responsabilidad de los agentes
económicos. El Estado puede y debe contribuir en este proceso. ¡Lástima que sus
políticas de “café para todos” anestesien a empresarios y trabajadores. ¡Lástima que los votantes prefiramos la
anestesia política a la medicina del mercado!
La tribuna de Albacete (6/07/2015)