¡Viva Robin Hood!,
pero mejor no darle motivos de vivir entre nosotros
A todos nos
han entusiasmado las aventuras de Robin Hood, aquel mítico arquero de la
Inglaterra del siglo XV, que robaba a los ricos para ayudar a los pobres. Vale
como historieta. Pero, ¿habrá algún partido político que se atreva a incluir en
su programa los fines y medios de Robin Hood? Pues sí, Podemos es uno de ellos.
Estoy
pensando en el programa que presentó a las elecciones europeas y que tantos
votos captó de la izquierda radical. Ahora, para ampliar su electorado de
centro-izquierda, no le quedará más remedio que echar agua al vino. No
olvidemos, sin embargo, que el vino rancio continúa allí. Además de multiplicar
los servicios sociales gratuitos, Podemos promete una renta básica que permita
a todos mantener una vida digna y sin sobresaltos de la cuna a la sepultura. La
financiación no parece ser problema. Se elevarían los impuestos sobre los
ricos. Y se recurriría al crédito que pasaría a ser un derecho fundamental de
gobernantes y gobernados. Si para multiplicar el dinero es preciso salir del
euro, pues saldremos.
Detrás de
estas propuestas late una antropología tan ilusa como peligrosa. Divide a los
hombres en buenos y malos. Los pobres serían buenos sin excepción; los ricos
malos. Los trabajadores, sobre todo si son funcionarios del Estado, buenos; los
empresarios y capitalistas, malos; los banqueros, malísimos. Dentro de los políticos habría que
distinguir entre los antiguos y los nuevos. Los primeros son una casta de
corruptos imposibles de recuperar para el bien común. Los segundos unos
iluminados capaces de dirigir desde arriba todos los asuntos humanos e
incapaces de corromperse aunque controlen la máquina de imprimir dinero.
Yo, que soy suficientemente
viejo como para conocer la naturaleza humana, pondría el acento en asegurar la
responsabilidad de todas y cada una de las personas: trabajadores, empresarios,
políticos… Que cada disfrute de los resultados de sus aciertos y pague el coste
de sus negligencias. El problema de la crisis financiera y la corrupción política
tiene una raíz común: un pequeño grupo de personas ha controlado ingentes sumas
de dinero ajeno sin responsabilizarse de su propia gestión. La “solución” de Podemos
consiste en dar a otro grupo de personas (ellos mismos) mucho más dinero ajeno
y mucho más poder económico y político para controlarlo a sus anchas.
Por eso
concluyo: “¡Viva Robin Hood!, pero mejor no darle motivos de vivir entre
nosotros”.
La Tribuna de Albacete (15/12/2014)