Para evitar que esos jóvenes sean engañados
propongo llevarles a visitar los restos del Muro de Berlín
Hoy 10 de
noviembre de 2014 se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín. Un día
antes los berlineses de la zona Este empezaron a merodear junto a las puertas
de un muro de 3,5 metros hasta que se atrevieron a franquearlas en grupo, ante
la mirada complaciente de 14.000 centinelas, los otrora temidos “Vopos”. A
continuación, los alemanes de ambos lados del muro empezaron a derribarlo con la
rabia de las piquetas y la ilusión de los martillos. Día memorable; día para la
memoria y el escarmiento.
A lo largo
de la historia se han construido muchas murallas para impedir la entrada de los
extranjeros-enemigos. Lo peculiar del muro de Berlín, levantado por la
República Democrática Alemana (RDA) en 1961, es que trataba de impedir la huida
de sus propios habitantes. Los dirigentes comunistas eran conscientes de que si
les dejaban salir a ver a sus familiares no regresarían. Sorprendentemente ese
riesgo no existía en la otra dirección.
¿En qué
consistió ese paraíso comunista del que todos deseaban escapar? Marx lo definió
como una sociedad en cuyo frontispicio podría leerse: “De cada uno según sus
capacidades; a cada uno según sus necesidades”. Los problemas empezaron a
surgir cuando políticos y obreros demostraron que tenían más necesidades que
ganas de trabajar. Hambrientos de pan, libertad y democracia todos (excepto la
oligarquía que detentaba el poder) deseaban escapar al Oeste, a la RFA. Allí
también había políticos corruptos pero cada cuatro años podían ser cesados, si es
que antes no habían entrado en el calabozo. Allí tampoco faltaban los problemas
económicos, pero la relación entre esfuerzo (capacidades puestas en movimiento)
y recompensa (necesidades satisfechas) era bastante más evidente.
En los
años inmediatos a la caída del muro de Berlín nadie en Occidente se atrevía a
mentar el comunismo, ni siquiera bajo el edulcorante de “comunismo democrático”, como se autodenominaba la RDA. Desgraciadamente la memoria humana es frágil y,
cada cierto tiempo, el señuelo comunista volverá a seducir a miles de jóvenes
de todo el mundo. Para evitar que esos jóvenes sean engañados propongo llevarles
a visitar los restos del muro de Berlín y animarles a leer la historia real de
los regímenes comunistas.
La Tribuna de Albacete (10/11/2014)