lunes, 17 de noviembre de 2014

Tiempos para el populismo

El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica

Anteayer Pablo Iglesias fue elegido  secretario general de Podemos. "Aclamado" sería un término más correcto pues fue votado por el 88% de sus más de 100.000 militantes. No se perdieron el acto los embajadores de Venezuela y Bolivia. Tampoco el líder de Syriza (izquierda radical), flamante triunfador en las últimas elecciones griegas al Parlamento Europeo. Una vez más, Iglesias prometió el fin de la crisis y de la corrupción; trabajo y casa para todos. También la reforma de la Constitución, ese candado que tiene atenazada a la democracia española desde 1978.
El acto trajo a mi memoria el Parlamento Iberoamericano de la Juventud que tuvo lugar en Zaragoza apenas hace un mes.  El discurso que más ha trascendido (y que el lector podrá encontrar en la red) fue el de la politicóloga guatemalteca Gloria Álvarez. Ella se refería a los populismos latinoamericanos. Pero sus palabras vienen como anillo al dedo de Podemos y Syriza. También al Front National de Marine Le Pen. A decir verdad, el populismo adolece de problemas de lateralidad.
La crisis económica y el malestar político constituyen el mejor caldo de cultivo de los “indignados” de quienes se nutre el populismo. La incapacidad de pensamiento reflexivo, crítico y, sobre todo, autocrítico es el tercer ingrediente de este cóctel explosivo. Incapacidad que no la cura un doctorado universitario. Conclusión práctica: ni los electores ni los elegidos necesitan recurrir a la lógica. Lo más práctico es fiarse del caudillo a quien sitúan apenas un peldaño por debajo del mesías.
Una de sus primeras tareas de gobierno consiste en reformar la Constitución para llegar a una democracia verdadera. Las instituciones que tradicionalmente la salvaguardaban son vistas como una camisa de fuerza a la soberanía del pueblo, soberanía encarnada en una lista cerrada de líderes manipulados por su caudillo.
Generosidad (con el dinero ajeno) no les falta. A los parados se les prometen empleo. A los oprimidos por las deudas, la cancelación de la hipoteca. Una persona reflexiva y crítica se preguntaría: ¿Y de dónde obtendrán esos caudillos los recursos necesarios para hacer realidad esas promesas? Preguntas irrelevantes, concluyen ellos. En las siguientes elecciones habrá más parados, más deudas, más indignados… Es todo lo que necesitan para perpetuarse en el poder. “Los populismos aman tanto a los pobres que los multiplican”, concluyó Gloria Álvarez.


La Tribuna de Albacete (17/11/2014)