lunes, 3 de noviembre de 2014

Podemos o queremos

Ángeles inmaculados, capaces de nadar sin mojarse 
en las procelosas aguas de la política


La semana pasada estuvo marcada por dos  noticias: (a) La operación Púnica perpetrada por la policía nacional contra alcaldes y altos cargos la comunidad de Madrid que habían montado una maquinaria para succionar el dinero de contratistas y contribuyentes; (b) La publicación de los resultados de Metroscopia que confirman un ascenso fuerte y sostenido de Podemos. Las dos noticias están claramente relacionadas. El éxito de Podemos se explica por haber acertado a lanzar un mensaje claro en el momento oportuno: “hay que desbancar a la actual casta política que lleva años robando a los ciudadanos”.
Está bien que alguien ponga el dedo en la llaga de la corrupción y zarandee a los partidos tradicionales, dormidos en la autocomplacencia. Ahora bien, para dar un diagnóstico certero hay que llegar al fondo del asunto. ¿Dónde radica el problema de la corrupción política? El lector ya conoce mi opinión. Los políticos corruptos no nacen, se hacen. La corrupción florece cuando les dejamos manejar discrecionalmente ingentes sumas de dinero ajeno. ¿Y qué solución aporta Podemos? Como partido marxista que es, su alternativa consiste en dar a los políticos más dinero y más discrecionalidad.
Para analizar a fondo cualquier ideología política conviene empezar por desenmascarar su antropología. La ideología marxista que inspira a Podemos considera que el hombre es bueno por naturaleza pero se corrompe irremediablemente al entrar en un mundo de clases sociales. Su propuesta es eliminar ese sistema de clases transfiriendo al Estado el control de los sectores estratégicos (banca, energía, telecomunicaciones…) Por supuesto, los líderes comunistas que manejarán una creciente cantidad de recursos ajenos son serán personas honradas; ángeles capaces de nadar sin mojarse en las procelosas aguas de la política.
            Sería deseable que Podemos ganara pronto la alcaldía de unos cuantos municipios para que sus votantes vieran la gran brecha existente entre querer y poder. Y –me pregunto con curiosidad– ¿dónde acabarán los líderes del partido cuando lleven más de una década gestionando las finanzas de esos hipotéticos municipios? 
       La historia puede suministrarnos alguna pista. En el comunismo real, esos políticos pusieron a la democracia en cuarentena mientras creaban el paraíso comunista. Luego hubieron de prorrogar la cuarentena y cerrar fronteras para que nadie se escapara del paraíso.
La Tribuna de Albacete (3/11/2014)