lunes, 13 de octubre de 2014

Una cultura a la medida del hombre

Contribuye a despertar los mejores sentimientos, 
esos que animan a construir un mundo más humano 

Los seres humanos tenemos necesidades corporales: comida, vestido, cobijo, salud…. A su satisfacción dedicamos la mayor parte del día, desde la cuna a la sepultura. También aspiramos, y aquí estriba la diferencia con los animales, a colmar las necesidades superiores que van desde el mero entretenimiento hasta el hallazgo del sentido de la vida. De esto trata la cultura, del cultivo del espíritu. ¡Y con qué fuerza lo cultiva! Por su belleza estética, el mensaje del artista penetra con facilidad en el corazón de las personas y remueven todo tipo de sentimientos.
Con las reflexiones filosóficas de Sócrates, las epopeyas de Homero, las tragedias de Sófocles y la Venus de Milo, la Grecia clásica ilustró cómo puede contribuir la cultura al desarrollo personal y a la convivencia social. Los medios tecnológicos aparecidos en el último siglo, desde el cine a internet pasando por la televisión, multiplican las posibilidades de creación y trasmisión de la cultura. ¿Se han canalizado en la dirección adecuada? ¿Contribuyen a despertar los mejores sentimientos, esos que dan sentido a tu existencia y te animan a construir un mundo más humano?
Esta es la pregunta fundamental que se planteó el viernes pasado en la Tercera Jornada Universitas bajo el lema: “Una cultura a la medida del hombre”. Se insistió en su carácter de arma de doble filo. Como cualquier otro poder, la cultura puede enfocarse hacia el bien o el mal. Puede utilizarse para ampliar los horizontes de libertad de las personas o para convertirlas en borregos fácilmente manipulables por genios desaprensivos, poderes políticos e intereses económicos.

Una cultura a la medida del hombre implica el compromiso de los creadores de cultura por respetar la dignidad humana al tiempo que le recuerdan sus exigencias. El receptor de cultura, por su parte, no puede resignarse a ser un consumidor pasivo. Ha de estar preparado para separar el trigo de la paja y de la cizaña. Y ha de atreverse a dar carpetazo a los bodrios culturales que sólo saben atraer público despertando sus sentimientos más rastreros. Con nuestra elección responsable obligaremos a los artistas a crear obras más profundas y bellas.
La Tribuna de Albacete (13/10/2014)