Contribuye a despertar los mejores
sentimientos,
esos que animan a construir un mundo más humano
Los seres humanos tenemos necesidades corporales: comida, vestido, cobijo,
salud…. A su satisfacción dedicamos la mayor parte del día, desde la cuna a la
sepultura. También aspiramos, y aquí estriba la diferencia con los animales, a
colmar las necesidades superiores que van desde el mero entretenimiento hasta el
hallazgo del sentido de la vida. De esto trata la cultura, del cultivo del
espíritu. ¡Y con qué fuerza lo cultiva! Por su belleza estética, el mensaje del
artista penetra con facilidad en el corazón de las personas y remueven todo
tipo de sentimientos.
Con las reflexiones filosóficas de Sócrates, las epopeyas de Homero, las
tragedias de Sófocles y la Venus de Milo, la Grecia clásica ilustró cómo puede
contribuir la cultura al desarrollo personal y a la convivencia social. Los
medios tecnológicos aparecidos en el último siglo, desde el cine a internet
pasando por la televisión, multiplican las posibilidades de creación y
trasmisión de la cultura. ¿Se han canalizado en la dirección adecuada? ¿Contribuyen
a despertar los mejores sentimientos, esos que dan sentido a tu existencia y te
animan a construir un mundo más humano?
Esta es la pregunta fundamental que se planteó el viernes pasado en la
Tercera Jornada Universitas bajo el lema: “Una cultura a la medida del hombre”.
Se insistió en su carácter de arma de doble filo. Como cualquier otro poder, la
cultura puede enfocarse hacia el bien o el mal. Puede utilizarse para ampliar
los horizontes de libertad de las personas o para convertirlas en borregos
fácilmente manipulables por genios desaprensivos, poderes políticos e intereses
económicos.
Una cultura a la medida del hombre implica el compromiso de los creadores de
cultura por respetar la dignidad humana al tiempo que le recuerdan sus
exigencias. El receptor de cultura, por su parte, no puede resignarse a ser un consumidor
pasivo. Ha de estar preparado para separar el trigo de la paja y de la cizaña. Y
ha de atreverse a dar carpetazo a los bodrios culturales que sólo saben atraer
público despertando sus sentimientos más rastreros. Con nuestra elección
responsable obligaremos a los artistas a crear obras más profundas y bellas.
La Tribuna de Albacete (13/10/2014)