Un sistema de vasos comunicantes
que remunere el ahorro forzoso de los trabajadores incluso en tiempos de sequía
¿Qué puede
proporcionar la Unión Europea de manera mucho más eficiente que el estado
tradicional? –Seguridad. Seguridad en la defensa nacional y persecución del
crimen organizado. Seguridad económica para prevenir crisis como la actual y
salir de ella en mejores condiciones. Seguridad social para atender a
jubilados, desempleados y enfermos. Hoy pensaba fijarme en la seguridad social
propiamente dicha: pensiones y subsidio de desempleo. La llamaremos “SS”.
El negocio
asegurador consiste, precisamente, en compensar riesgos. Su éxito guarda
relación directa con la amplitud del colectivo que le sirve de base. Esa es la
ventaja de una SS pública, capaz de tapar los inconvenientes que derivan de su
mecanismo de “reparto”. No ignoramos las dificultades por las que están
pasando, dificultades derivadas del envejecimiento secular de la población y de
la multiplicación del desempleo a raíz de la crisis 2008. Pero mucho peor lo han
pasado los seguros y planes privados cuyas inversiones en bolsa quedaron
reducidas a la mitad en 2009. La mayoría de ellos hubieran quebrado de no haberlas salvado el
Gobierno, saltándose unos cuantos
semáforos en rojo.
El argumento
cuantitativo también decanta la balanza hacia un sistema de SS a escala europea.
Son quinientos millones de europeos frente a cuarenta y siete millones de
españoles. Por supuesto, la amplitud de la base de cotizantes no es lo único
que importa. Hay que procurar que los partícipes de la SS no abusen de la cosa
pública por aquello de que “lo que es de todos no es de nadie”. De ahí que, antes
de europeizar el sistema, sea preciso consensuar unas reglas de juego que estimulen
la responsabilidad de todos los implicados.
En cuanto al
seguro de desempleo abogo por generalizar el sistema de “mochila” vigente en Austria.
La empresa austriaca, al tiempo que paga el salario, echa en la mochila del
trabajador unas cuantas papeletas. Quien tenga la desgracia de quedar
desempleado podrá cambiarlas por dinero legal. La desgracia suele durar poco
pues el parado está muy interesado de encontrar trabajo cuanto antes o
establecerse como autónomo. Es que las papeletas no consumidas pueden ser
acumuladas a su pensión de jubilado o transmitidas en herencia. Además, su
pensión depende del número de años cotizados. Austria es el país de la UE con
menor desempleo, 4,8%. ¿Tendrá este resultado algo que ver con el mecanismo de
la mochila?
Cuando el
trabajador en paro agota sus papeletas entraría en juego el mecanismo de
redistribución propiamente dicho. Las regiones europeas menos afectadas por la
crisis subsidiarían a las que adolecen de un desempleo masivo y de largo
duración. Por supuesto, el flujo puede ir en cualquier dirección. Alemania
hubiera agradecido estos fondos en los años noventa, cuando su industria del Este
destruía puestos de trabajo al ritmo que se creaban en España. El Gobierno
español hubiera agradecido que desde el 2008 la UE hubiera alimentado a sus parados,
mientras él utilizaba los impuestos para potenciar la inversión pública y
privada, sin peligro de disparar el déficit público.
El sistema
de pensiones se presta menos al abuso y engaño. Su europeización será, por
tanto, más fácil. Bastaría con acordar los años de vida laboral que entran en
el cálculo de la pensión. Cuantos más mejor. El porcentaje exacto del salario
medio cobrado como pensión podría dejarse a discreción de cada Estado, con la
advertencia de que la mayor generosidad en las pensiones ha de acompañarse por
mayor exigencia en las cotizaciones. La mutualización del sistema de pensiones sería
un alivio para los países más envejecidos, que suelen ser los más ricos. Los
países del norte europeo verán compensados por esta vía sus esfuerzos adicionales
por subsidiar el desempleo de las regiones del Este europeo, jóvenes pero rezagadas.
Insistimos
que son los propios trabajadores quienes pagan sus pensiones y subsidios. La
europeización de la SS social solo pretende ser un sistema de vasos
comunicantes que remunere el ahorro forzoso de los trabajadores incluso en
tiempos de sequía.
La Tribuna de Albacete (21/05/2014)