miércoles, 12 de marzo de 2014

Conversación telefónica de Barck Obama y Artur Mas

Empiezo a entender. Pero, por favor, Presidente, 
no cuente esta conversación a los catalanes

               Crisis de Ucrania. El termómetro político-militar no cesa de subir. La semana pasada el Presidente huyó de Kiev y, aprovechando el vacío de poder, el Parlamento de Crimea (que se encontraba reunido para solicitar un poco más de autonomía) decidió convocar un referéndum de independencia. Será el domingo 16 de marzo, el tiempo mínimo necesario para imprimir las papeletas y acordar la anexión, o al menos protección de la Federación Rusa.
                Al día siguiente, Barack Obama despachó con sus asesores de Política Internacional sobre el referéndum de Crimea. Reunió en la Casa Blanca a los medios de comunicación para informar de los acuerdos alcanzados y, con la eficiencia y cercanía que le caracteriza, tecleó en su iPhone: “Máximo responsable político del referéndum de secesión en C…”. Google, que es tan listo, siguió escribiendo por su cuenta “en Cataluña”. Sin leer la última palabra, Obama pulsó la tecla OK y soltó su discurso:
Obama: Aquí el Presidente de los Estados Unidos de América…
Mas: Aquí el Molt Honorable President que todavía lo es más desde que usted le ha llamado
Obama: Me he enterado que usted ha propuesto y el Parlamento ha aprobado la convocatoria de un referéndum para votar la secesión.
Más: Efectivamente, veo que está enterado de las noticias más trascendentes del planeta.
Obama: Pues quiero que sepa que ese referéndum es ilegal; va contra la Constitución de su país y representa una amenaza seria contra el orden político internacional. Este no puede quedar a expensas de las veleidades unilaterales de parlamentos regionales o locales. Cualquier decisión de este tipo solo puede tomarla el Estado de Ucrania siguiendo las pautas marcadas por su Ley Fundamental.
Mas: Me temo que...
Obama: Quiero que sepa que en caso de que la región consiguiera la independencia por una vía tan flagrantemente ilegal, nunca sería reconocida por los Estados Unidos de América. Los responsables políticos de la secesión perderían el visado para entrar en los EE.UU. y verían bloqueadas sus propiedades en tierras americanas.  
Mas: Me temo que ha habido una confusión. Yo soy el Presidente de Cataluña, España. ¿No habrá querido usted llamar al líder autonómico de Crimea, Ucrania?
Obama: ¡Oh, perdone usted! ¡Tremenda confusión! No es la primera vez que soy engañado por un teléfono inteligente.
Mas: Disculpado. Aprovecharé la oportunidad para pedir su apoyo al referéndum de secesión catalán que como bien sabe…
Obama: Es extraño las alarmas de mi iPhone no han saltado en este caso. Será que Rusia no está  por medio; ni hay petróleo o gas que repartir.
Mas: Verá usted. Nosotros somos una nación próspera y pacífica que se unió al resto de España en 1492. Pero en 1714, tras la guerra de Sucesión, los borbones centralizaron el Estado español. Es cierto que la Constitución española de 1978, votada mayoritariamente por los catalanes, devolvió la autonomía política a Cataluña. Pero las cosas evolucionan y hoy aspiramos a ser una Nación con Estado propio; así podré hablarle a usted de tú a tú.
Obama: ¡Pero en qué país vive usted! Si el gobernador de algún Estado norteamericano saliera con esas cosas le daríamos  viento. 
Mas: Pero si ese político es respaldado por un clamor popular de independencia…
Obama: ¡Pero en qué tiempo de la historia vive usted! Jefferson Davis utilizó aquí argumentos parecidos en 1861. Lincoln le explicó que la secesión había dejado de ser un derecho tras la Constitución de 1787, cuando el país dejó de ser una Confederación de estados independientes para convertirse en una Federación. Con mayor razón la secesión unilateral resulta imposible en un Estado unitario con quinientos años de antigüedad.
Mas: ¿Y cómo acabó el movimiento independentista en su país?
Obama: Lo disolvió la Guerra de Secesión de 1861. A partir de entonces nadie se ha atrevido a pensar que una parte del país pueda decidir unilateralmente la secesión.

Mas: Empiezo a entender. Pero, por favor, Presidente, no cuente esta conversación a los catalanes. Yo les había convencido que eran soberanos para cambiar el mundo cuando quieran y como quieran. 

La Tribuna de Albacete (12/03/2014)