El
Ministro todavía no se ha enterado que en el siglo XXI
la moral la dictan los
partidos de izquierda
Estimada Elena
Valenciano, Vicesecretaria General del PSOE:
Hemos
recibido su carta del tres de enero en la que insta al Presidente del Partido
Socialista Europeo a colaborar en la estrategia de descalificación de la
reforma del PP español sobre el aborto. Como el Sr Sergei Stanishev está de
viaje, me tomo la licencia de contestarle yo mismo, recién llegado de un curso de
desintoxicación ideológica y mentiroterapia. Se lo recomiendo. No puede usted
imaginarse el alivio que uno siente al liberarse de la presión de la ideología
de género y atreverse a llamar a las cosas por su nombre.
Mi impresión personal es que podríamos darnos con un
canto en los dientes si la reforma social del PP se limitara a esta ley de
Gallardón que es de lo más descafeinado e inofensivo que cabe imaginar. La única
novedad radica en su atrevimiento a remendar leyes progresistas sobre materias
morales. El Ministro todavía no se ha enterado que en el siglo XXI la moral la
dictan los partidos de izquierda. Me preocupa sobremanera la claridad del nuevo
discurso conservador. Nuestras leyes hablan “salud sexual y reproductiva e
interrupción del embarazo”, a sabiendas de que el aborto no es ninguna de esas
tres cosas. Ellos lo regulan con una “Ley de protección de la vida del
concebido y de los derechos de la mujer embarazada”. Llamar a las cosas por su
nombre puede ser el inicio de una revolución que no nos interesa en este
momento.
En su misiva usted nos propone lanzar un debate a
escala europea sobre el aborto. ¡Muy peligroso! La estrategia funcionará si los
medios se limitan a corear los cuatro tópicos de siempre. No estamos
preparados, empero, para un debate riguroso que llegara al fondo el asunto con
dos cuestiones elementales. (1) ¿Acepta el derecho a vivir de todo ser humano? (2)
¿Cuándo empieza la vida humana? Me temo que más del noventa por cien de los
ciudadanos daríamos un SÍ a la defensa de la vida humana. La respuesta a la
segunda pregunta corresponde a los científicos. Muchos están a favor del aborto
como técnica de control de la natalidad. Pero, después de los últimos avances
de la Genética, será difícil conseguir un puñado que se atreva a fijar el
inicio de la vida en una fecha diferente a la concepción.
A falta de argumentos científicos y sociales no nos
queda más remedio que dedicamos a descalificar al adversario con mucho ruido y
pocas nueces. Quienes se atrevan a cuestionar el aborto libre han de ser
tachados inmediatamente y sin derecho a réplica. Siguen valiendo los insultos habituales:
“machistas”, “ultraconservadores”, “acólitos al servicio de los obispos”, “insensibles
al dolor ajeno”... Los reforzaremos con argumentos igualitaristas dirigidos al
corazón, pues la inteligencia los interpretaría como un insulto. Su carta es un
buen repertorio: “Sólo las ricas podrán abortar (en el extranjero), las pobres
morirán en las clínicas clandestinas de su barrio”; “Están criminalizando a
mujeres indefensas”; “Pretenden acabar con la libertad de las mujeres para
decidir sobre su maternidad”. “España va a retroceder treinta años en
libertades y bienestar social”.
Las
descalificaciones han de sucederse con tanta rapidez que los ciudadanos no
tengan tiempo para leer, pensar y votar en conciencia. Que nadie lea el
proyecto de Gallardón donde se exime a la mujer de toda responsabilidad, al
considerarla la segunda víctima del aborto. Quien piense a fondo sobre la
naturaleza del feto comprenderá que la mujer que se plantea abortar no decide sobre
su maternidad; ya es madre y se limita a decidir si de sus entrañas saldrá un
hijo vivo o muerto.
No sé si
me entiende. Lo digo porque a mí me cuesta trabajo aclararme. Después del curso
de desintoxicación ideológica y mentiroterapia resulta difícil llamar a las
cosas por su nombre y no reconocer cuán ridículo es el discurso abortista que
hemos estado manteniendo hasta ahora. Acaba de encenderse la bombilla: ¿Y si
diéramos un giro de 180 grados y empezáramos a liderar el derecho a la vida y
los derechos sociales de los concebidos, las embarazadas con problemas, las
madres solteras y los niños huérfanos de padre y madre? ¿No presumimos los
socialistas de haber defendido siempre a los grupos sociales más débiles? Pues aquí tenemos una oportunidad de oro para
demostrarlo.
La Tribuna de Albacete (15/01/2014)