miércoles, 15 de enero de 2014

Carta a E.V. (confidencial, va de abortos)

El Ministro todavía no se ha enterado que en el siglo XXI 
la moral la dictan los partidos de izquierda

Estimada Elena Valenciano, Vicesecretaria General del PSOE:
Hemos recibido su carta del tres de enero en la que insta al Presidente del Partido Socialista Europeo a colaborar en la estrategia de descalificación de la reforma del PP español sobre el aborto. Como el Sr Sergei Stanishev está de viaje, me tomo la licencia de contestarle yo mismo, recién llegado de un curso de desintoxicación ideológica y mentiroterapia. Se lo recomiendo. No puede usted imaginarse el alivio que uno siente al liberarse de la presión de la ideología de género y atreverse a llamar a las cosas por su nombre.
                Mi impresión personal es que podríamos darnos con un canto en los dientes si la reforma social del PP se limitara a esta ley de Gallardón que es de lo más descafeinado e inofensivo que cabe imaginar. La única novedad radica en su atrevimiento a remendar leyes progresistas sobre materias morales. El Ministro todavía no se ha enterado que en el siglo XXI la moral la dictan los partidos de izquierda. Me preocupa sobremanera la claridad del nuevo discurso conservador. Nuestras leyes hablan “salud sexual y reproductiva e interrupción del embarazo”, a sabiendas de que el aborto no es ninguna de esas tres cosas. Ellos lo regulan con una “Ley de protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada”. Llamar a las cosas por su nombre puede ser el inicio de una revolución que no nos interesa en este momento.
                En su misiva usted nos propone lanzar un debate a escala europea sobre el aborto. ¡Muy peligroso! La estrategia funcionará si los medios se limitan a corear los cuatro tópicos de siempre. No estamos preparados, empero, para un debate riguroso que llegara al fondo el asunto con dos cuestiones elementales. (1) ¿Acepta el derecho a vivir de todo ser humano? (2) ¿Cuándo empieza la vida humana? Me temo que más del noventa por cien de los ciudadanos daríamos un SÍ a la defensa de la vida humana. La respuesta a la segunda pregunta corresponde a los científicos. Muchos están a favor del aborto como técnica de control de la natalidad. Pero, después de los últimos avances de la Genética, será difícil conseguir un puñado que se atreva a fijar el inicio de la vida en una fecha diferente a la concepción.
                A falta de argumentos científicos y sociales no nos queda más remedio que dedicamos a descalificar al adversario con mucho ruido y pocas nueces. Quienes se atrevan a cuestionar el aborto libre han de ser tachados inmediatamente y sin derecho a réplica. Siguen valiendo los insultos habituales: “machistas”, “ultraconservadores”, “acólitos al servicio de los obispos”, “insensibles al dolor ajeno”... Los reforzaremos con argumentos igualitaristas dirigidos al corazón, pues la inteligencia los interpretaría como un insulto. Su carta es un buen repertorio: “Sólo las ricas podrán abortar (en el extranjero), las pobres morirán en las clínicas clandestinas de su barrio”; “Están criminalizando a mujeres indefensas”; “Pretenden acabar con la libertad de las mujeres para decidir sobre su maternidad”. “España va a retroceder treinta años en libertades y bienestar social”.
Las descalificaciones han de sucederse con tanta rapidez que los ciudadanos no tengan tiempo para leer, pensar y votar en conciencia. Que nadie lea el proyecto de Gallardón donde se exime a la mujer de toda responsabilidad, al considerarla la segunda víctima del aborto. Quien piense a fondo sobre la naturaleza del feto comprenderá que la mujer que se plantea abortar no decide sobre su maternidad; ya es madre y se limita a decidir si de sus entrañas saldrá un hijo vivo o muerto.
No sé si me entiende. Lo digo porque a mí me cuesta trabajo aclararme. Después del curso de desintoxicación ideológica y mentiroterapia resulta difícil llamar a las cosas por su nombre y no reconocer cuán ridículo es el discurso abortista que hemos estado manteniendo hasta ahora. Acaba de encenderse la bombilla: ¿Y si diéramos un giro de 180 grados y empezáramos a liderar el derecho a la vida y los derechos sociales de los concebidos, las embarazadas con problemas, las madres solteras y los niños huérfanos de padre y madre? ¿No presumimos los socialistas de haber defendido siempre a los grupos sociales más débiles?  Pues aquí tenemos una oportunidad de oro para demostrarlo.

La Tribuna de Albacete (15/01/2014)