miércoles, 13 de febrero de 2013

Benedicto XVI

¡Pero qué escritos! ¡Cuánta sabiduría y clarividencia encierran! 

Queridos hermanos y hermanas, después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela que el Señor sepa trabajar con instrumentos insuficientes y me entrego a vuestras oraciones”. Las palabras son del cardenal Ratzinger que acababa de convertirse en el Papa Benedicto XVI. Era el 19 de abril de 2005.
Sólo una persona sencilla podría aceptar el reto de dirigir a la Iglesia Católica bajo la sombra de ese gigante espiritual y humano que fue Juan Pablo II. Desde un principio, el papa alemán tuvo claro que su voz y ademanes no podían ni debían competir con las de su predecesor quien, no en balde, había sido actor y autor de obras de teatro en su juventud. Ratzinger se limitaría a leer sus escritos muy cerca del micrófono para que no se perdiera su voz cascada. ¡Pero qué escritos! ¡Cuánta sabiduría y clarividencia encierran! En diversos lugares he leído que estas virtudes le vienen de su condición de profesor universitario. Lo dudo. Las universidades están llenas de profesores cuya erudición les hace incomprensibles. La sabiduría (esa capacidad de penetrar en el fondo de las cosas y transmitirlas de manera clara y que interpela), es un don de Dios que va siempre asociada a la santidad de vida.   Otra de las virtudes de las personas inteligentes y sencillas es su capacidad para dialogar con todos sobre cualquier tema. Benedicto XVI ha sido un maestro del diálogo.
No resulta fácil resumir en unas líneas los actos e ideas centrales de estos ocho años de pontificado para demostrar las cualidades que acabo de atribuir al Papa alemán. A modo de atajo, escogeré el último de los discursos anuales a la Curia Romana (fechado el pasado 21 de diciembre) donde tradicionalmente el Sumo Pontífice da cuenta de sus viajes y subraya los mensajes que deseaba transmitir.
En marzo de 2012 viajó a México y Cuba para avivar el fuego de la esperanza cristiana en todo tipo de personas y colectivos. ¡Hasta con Fidel Castro se entrevistó! En mayo presidió el séptimo encuentro de las familias en Milán. A los cientos de miles de personas allí congregadas les recordó que una familia que aspire a ser feliz y educar bien a los hijos ha de basarse en el amor de un matrimonio estable, no en los sentimientos que, de por sí, son volubles y engañosos. Como buen profesor lanzó una serie de preguntas que esperan nuestra respuesta personal. “Puede el hombre comprometerse para toda la vida? ¿Corresponde a su naturaleza? ¿Acaso no contrasta con su libertad y las dimensiones de su autorrealización?” El nuevo desafío a la familia y a la dignidad personal, continuó, se llama “ideología de género”. Tema tabú, donde los haya. Pero  el amor a la verdad y al bien al que se debe el Papa le obligan a  ir más allá de lo políticamente correcto. Con la serenidad y profundidad que le caracterizan explicó que mientras el materialismo comunista trató de extirpar la naturaleza espiritual del hombre, la ideología de género olvida la misma naturaleza corpórea cuando afirma que el sexo biológico es irrelevante; que lo decisivo es cómo se siente uno. ¡De nuevo el sentimiento por encima de la razón y la naturaleza! 
En septiembre de 2012 el Sumo Pontífice viajó al Líbano para defender el diálogo religioso y político como el camino más seguro hacia la verdad, la justicia y la paz. En este frente los enemigos más peligrosos son el fundamentalismo y el relativismo. Los fundamentalistas se sienten tan inseguros que no se atreven a escuchar a nadie ni a superarse. Tampoco los relativistas tienen motivos para dialogar y mejorar desde el momento que dan igual valor a todas las ideas y admiten que hasta la más peregrina puede convertirse en ley universal si así lo aprueba la mayoría parlamentaria. El consejo de Benedicto XVI es que todos caminemos hacia la cima de la montaña. Esta es única y debiera orientarnos a todos aunque nuestros puntos de partida sean diferentes.
En Líbano se refirió también al  diálogo entre razón y fe o entre ciencia, cultura y religión. Este es otro de los ejes del pensamiento del Pontífice, con importantes implicaciones sociales y políticas. En varios lugares explica que la fe y moral judeo-cristianas se aliaron con la filosofía griega y el derecho romano para fundar Europa y la civilización occidental. Si falta una de estas tres patas la civilización andará coja. Lo normal, sin embargo, es que todas crezcan o se desmoronen a la vez.
Benedicto XVI se ha atrevido a hablar ante la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas, en el Parlamento Alemán, en las Universidades que le han invitado... Pero es consciente que el mensaje cristiano (del que se siente un mero transmisor) va dirigido a personas concretas y con una finalidad muy práctica:  animarles a asemejarse a Cristo. Su mensaje para la Cuaresma del 2013 (que empieza hoy) resume así la espiritualidad cristiana: "La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas en el mismo amor de Dios".   

“Por lo que a mí respecta, también en el futuro quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria”. Son las palabras de despedida de Benedicto XVI que el 28 de febrero de 2013 volverá a ser el cardenal Ratzinger. O tal vez el Padre José, pues en la celda de un convento los títulos sobran. ¡Gracias, Padre, por tanto trabajo y tanta oración!
La Tribuna de Albacete (13/02/2013)