miércoles, 18 de julio de 2012

Efemérides: la batalla de las Navas de Tolosa

¿Se necesitarán otras Navas de Tolosa para borrar el lado oscuro del Islam?

Tal día como hoy, hace ochocientos años (el 16 de Julio de 1212 para ser más exactos), al noroeste de Jaén se libró la batalla decisiva de la Reconquista.  Hasta entonces se reconquistaba cuesta arriba; desde esa fecha se hará cuesta abajo.  Una recreación de la batalla nos ayudará a ver el gran avance conseguido en las cuestiones secundarias (digamos, la sofisticación de las armas y los medios de comunicación) y el estancamiento en las fundamentales: emplear la religión para justificar acciones contrarias a su esencia, por más que se amparen en una cita, fuera de contexto, de la Biblia o del Corán.
                A primeros de julio se reunieron en Toledo los ejércitos de la cristiandad.  La iniciativa de Alfonso VIII, Rey de Castilla, fue secundada por Sancho VII de Navarra y Pedro II, Rey de Aragón (y Conde de Barcelona y otros territorios de la actual Cataluña).  El abanderado era D. Diego López de Haro, quinto señor de Vizcaya.  La única ausencia notable fue la del rey leonés, Alfonso IX, quien mandó este mensaje a su tocayo de Castilla: “Gustoso defenderé la cruz si me devolvéis los castillos que me sustrajisteis”.  Quien desee investigar en la historia del chantaje asociado al proceso autonómico aquí tiene un buen precedente.
A los 70.000 soldados de los ejércitos reales se unieron los monjes-guerreros de las órdenes militares peninsulares y 30.000 ultramontanos procedentes de allende los Pirineos.  El éxito de la convocatoria se explica porque el Papa Inocencio III, a petición del Arzobispo de Toledo, Ximénez de Rada, había declarado la reconquista como una cruzada.  Sin embargo, la promesa del cielo no fue suficiente para soportar el ardiente sol manchego.  La mayoría de los extranjeros desertaron ya en Toledo a causa del insufrible calor.  Y es que, el general verano ha ayudado a los moros tanto como el general invierno a los rusos. 
Las fuerzas musulmanas doblaban o triplicaban las cristianas.  El Califa almohade, Muhammad An-Nasir (Miramamolín para sus enemigos cristianos) empleo a todo su ejército de Al-Ándalus y convocó a miles de soldados mercenarios procedentes de África (bereberes) y de Turquía (los temibles arqueros “Agdad”).  Una nube de esclavos negros encadenados y empotrados con estacas al suelo, protegía la tienda del sultán situada en lo alto de la colina, para no perder detalle de la batalla que le haría inmortal.  Para exacerbar los ánimos de la tropa, el Califa les recordó que aquello formaba parte de la Yihad; esa guerra santa donde morir matando era el camino más seguro al cielo.
Los moros repitieron la estrategia que tan buenos resultados les había dado en la batalla de Alarcos (19 de julio de 1195).  Simularon una retirada para hacer avanzar al enemigo y envolverlo después.  Lo que no sabía el califa es que ni en los deportes ni en las guerras hay dos partidos iguales.  Los ejércitos de retaguardia fueron entrando por el flanco abierto.  El último de ellos, comandado por el Rey Sancho, rompió las cadenas que protegían al Califa, quien huyó a Jaén. Imagino que en su diario escribiría:  “No confíes en esclavos ni mercenarios; solo la libertad multiplica las fuerzas”.
La batalla de las Navas de Tolosa es el prototipo de las guerras de religión.  Quiero decir, de las guerras en las que se utiliza la religión como cebo y escudo de oscuros objetivos políticos y ambiciones personales.  La diferencia entre las dos grandes culturas monoteístas no está en sus episodios oscuros, sino en la forma como se han superado.  Occidente logró hace tiempo la separación entre la religión del estado.  Los líderes religiosos no sólo la han aceptado sino que lo agradecen y han pedido perdón reiteradamente por las veces que utilizaron o animaron a utilizar la cruz como espada.  El mundo islámico, por el contrario, sigue atascado en la Edad Media y utiliza la religión de la forma más antireligiosa: atentando contra los valores más sagrados del ser humano como son la vida, la igualdad y la libertad.
¿Se necesitarán otras Navas de Tolosa para borrar el lado oscuro del Islam? Prefiero pensar que bastará con una educación abierta y elecciones democráticas cada cuatro años.
La Tribuna de Albacete (18/07/2012)