jueves, 21 de junio de 2012

Hay solución... y barata

Es el momento de dar un golpe sobre la mesa del Consejo Europeo
para revertir los círculos viciosos de las finanzas que amenazan con engullirnos a todos.


Empiezo a cansarme de tanta prima de riesgo, trampas de deuda y quiebras de gigantes financieros. Me gustaría dejar de hablar de problemas ficticios (el dinero es la mayor ficción) y tomar el pulso a los problemas de la economía real (paro, pobreza…) y a los núcleos de la vida sociopolítica (familia, educación, derechos humanos…) Pero las finanzas están que arden y necesito un artículo más para dejar clara mi opinión a los miembros del Consejo Europeo que se reunirán el 28 y 29 de junio de 2012.
Dicen que, a excepción de la muerte, todos los problemas humanos, tienen solución. La diferencia estriba en el coste. Generalmente la solución de problemas complejos requiere el concurso de abundantes medios materiales durante mucho tiempo. No siempre es así. La crisis financiera que padecemos es un problema complejo con una solución simple, barata y rápida. Adviértase que no estoy hablando de la crisis económica sino de la financiera. Esa crisis que hunde a los bancos que socorren a los gobiernos y a los gobiernos que socorren a los bancos. Esa crisis que al disparar la prima de riesgo convierte al moroso en quebrado. Es el momento de dar un golpe sobre la mesa para revertir los círculos viciosos de las finanzas que amenazan con engullirnos a todos.
                El golpe han de darlo los 27 jefes de Estado que se reunirán en Bruselas el próximo día 28 de Junio a través de una declaración del siguiente tenor: “A partir de hoy, el BCE actuará como prestamista de última instancia”. Sin dilación, el BCE empezaría a actuar en diferentes frentes con una hoja de ruta cuyos primeros pasos serían estos.
Primero: Anunciar que la UE no exigirá la recapitalización a los bancos pues, en estos momentos de crisis solo sirve para drenar liquidez y poner en jaque a todo el sistema financiero. Quiebren los bancos que no sean capaces de atender sus compromisos con los intereses que derivan de los créditos que son capaces de conceder. Pero no provoquemos una quiebra artificial de bancos viables, al obligarles a recaudar los miles de millones que precisan para compensar la caída de valor de sus activos.
Segundo: Anunciar que la UE no participará en nuevos rescates. El objetivo último de estos rescates es socorrer a la banca internacional que fue imprudente al comprar deuda soberana.  Su único efecto es alimentar la llama de la especulación que seguirá presionando por un rescate detrás de otro. No importa si por el camino quiebra algún banco. El BCE debe garantizar los depósitos y la continuidad del crédito. No la devolución puntual de todas las deudas ni el valor de las acciones de los propietarios de los bancos.
Tercero: Comprar la deuda soberana en los mercados europeos al precio de saldo que ya tenemos hoy. A continuación esa deuda sería reestructurada. Los gobiernos seguirían obligados a devolverla pero en lugar de hacerlo en tres años al 6% de interés, podrán hacerlo en 20 años al 3% y con un periodo inicial de cadencia. ¿Monetización de la deuda? Sí, pero no para diluirla a base de inflación sino para hacer posible su devolución dilatándola en el tiempo
Cuarto: Financiar el déficit de los países que cumplan sus compromisos de consolidación fiscal. De entrada, el ritmo de ejecución de estos compromisos debería relajarse de forma sensata para evitar que un parón del gastó púbico deprima la maltrecha demanda agregada. Para esto necesitará la colaboración de la UE. A semejanza de lo que hace el gobierno central de cualquier unión monetaria, esta debiera emitir bonos europeos para colaborar en la financiación del desempleo y otros problemas derivados de los “shocks asimétricos”.   
                Insisto en que con estas medidas monetarias no se solucionan los problemas económicos reales. Llevará mucho tiempo, fuertes inversiones y duros sacrificios dinamizar la economía para absorber los cinco millones largos de parados que hoy tenemos. Para solucionar un déficit exterior crónico que visualiza un déficit de competitividad. Para reajustar el estado del bienestar hasta asegurar su sostenibilidad en circunstancias económicas normales (que no son ni las de 2007 ni las de 2012). Estos son los tumores reales de la economía española. Graves pero no letales. Lo que hoy tenemos delante es un enfermo con una fiebre tan elevada que amenaza con colapsar su corazón. Bajar esa temperatura es la prioridad actual. Lo que yo he tratado de decir es que para esto sí hay solución y que, por suerte, es rápida y barata.  

La Tribuna de Albacete (20/06/2012)