miércoles, 13 de junio de 2012

Cien mil millones de... ¿galgos o podencos?

Lo importante es que los bancos puedan escapar de la trampa
donde han caído y se restablezca el circuito de crédito.
  
“Por entre unas matas, seguido de perros, no diré corría volaba un conejo”.  Nuestro egregio Tomás de Iriarte continúa la fábula explicando que un amigo le salió al paso para advertirle que quienes le perseguían no eran galgos sino podencos.  Pronto llegaron los perros y acabaron con la discusión lingüística que se traían los dos conejos.  La recomendación de Iriarte es obvia: “Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa, llévense este ejemplo”.
La dialéctica que el desenlace de la crisis bancaria española generó el pasado fin de semana me ha traído a la memoria esta fábula.  La UE se ha comprometido a conceder 100.000 millones de euros a la banca española a través del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) creado por el Gobierno español en 2008 con una dotación inicial de 9.000 millones de euros.  El Gobierno del PP lo ve como una línea de crédito y lo ha presentado como un éxito de su capacidad negociadora.  La oposición lo cataloga como un rescate en toda regla, que traerá consigo subidas de impuestos y pérdida de soberanía política. 
A mi entender Europa ha dado un paso positivo sobre el precedente de Irlanda.  Cuando en 2009 se desmoronó su sistema bancario, el Gobierno salió en ayuda de la banca y los dos cayeron en el mismo hoyo.  La UE hubo de rescatar al Gobierno irlandés con 85.000 millones de euros.  Los hombres de negro de la Troika (UE, BCE y FMI) se instalaron en el palacio presidencial para asegurar que se tomaban las medidas adecuadas para rebajar un déficit público superior al 30% del PIB. 
La receta aplicada para España es más directa y simple.  Todavía lo podía ser más.  A mi entender la solución definitiva pasa por la integración del sistema financiero europeo bajo la supervisión del BCE que actuaría como un prestamista de última instancia.
Alguien habrá de aclarar a las autoridades europeas las diferencias entre un banco y una empresa industrial.   Cuando los recursos ajenos de una empresa (bonos y créditos) sobrepasan el 30% se encienden todas las alarmas.  En un banco los recursos ajenos (depósitos, bonos y préstamos del exterior) superan siempre el 90%.  En el activo de una empresa tenemos unas fábricas cuyo valor depende de su capacidad de producir bienes vendibles.  El activo de un banco consiste en créditos y una cartera de valores que una crisis bursátil puede diezmar en pocos días, como de hecho ocurrió en septiembre de 2008 y ha vuelto a ocurrir en el 2012.  Buena parte de los bancos europeos se encuentran en quiebra latente por el simple hecho de que sus activos (devaluados) valen menos que sus pasivos (que les comprometen a un flujo constante de pagos). 
Ante este estado de cosas la UE ha optado por obligar a los bancos a recapitalizarse.  La medida es adecuada en tiempos de bonanza económica, pero no en medio de una crisis tan profunda como la que padecemos.  Implica que el poco ahorro que la economía es capaz de generar quedará atesorado por los bancos en lugar de destinarse al crédito.  La alternativa que nosotros defendemos consiste en que el BCE garantice los depósitos de los bancos y avale los préstamos a empresas productivas.  Parece una solución mágica y, en cierta manera, lo es.  ¿Pero qué es el dinero más que un pacto basado en la mutua confianza?  El BCE debe operar como banco central inyectando la confianza que tanto necesitan los mercados financieros.
Por supuesto estos trucos no solucionan los problemas de fondo.  La economía europea sólo se recuperará cuando las empresas lancen una oleada masiva de inversiones.  El sistema financiero ha de estar preparado para captar el ahorro y catapultarlo a la inversión productiva.  Da lo mismo que los fantasmas que hoy nos persiguen y que los fondos ahuyentadores de esos fantasmas sean galgos o podencos.  Lo importante es que los bancos puedan escapar de la trampa donde han caído y se restablezca el circuito de crédito.  Ninguna empresa que se atreva a emprender actividades productivas debiera de quedar sin crédito.
La Tribuna de Albacete (13/06/2012)