El último informe publicado por la Organización
Internacional de Migraciones de la ONU cifra en 281 millones los migrantes
registrados (3,6% de la población mundial). España e Italia figuran entre los principales
receptores de inmigrantes ilegales en el siglo XXI. La mayoría provienen de Latinoamérica
y Norte de África. La urgencia de conseguir trabajo y pan, explica que se
olvidaran de los papeles oficiales
Los flujos migratorios tienen larga cola; su dirección va
cambiando. Tras la Segunda Guerra Mundial muchos españoles e italianos
emigraron (también sin papeles) a una Europa Central que crecía a velocidad de
crucero. Entre 1820 y 1920 los europeos (alemanes, franceses, ingleses e irlandeses,
incluidos) buscaron trabajo y pan en los países en expansión: EE.UU., Argentina,
Canadá, Nueva Zelanda, Australia.
Durante la Edad Moderna emigraron al Nuevo Mundo 11.3
millones. De ellos 8,7 eran esclavos africanos y el resto europeos que ambicionaban
algún puesto en la administración imperial. En la Edad Antigua buena parte de
las migraciones estuvieron ligadas a las invasiones. Los Hunos y otros pueblos
bárbaros, invadieron el decadente imperio romano. El éxito militar de los
bárbaros solo se explica por la colaboración de pueblos atosigados a impuestos.
Lo único que sobrevivió fue la cultura latina, muy superior a la del invasor.
Hasta aquí la evidencia histórica. La primera conclusión
que podemos extraer es que las migraciones han sido una fuerza recurrente en la
historia de la humanidad, nada nuevo bajo el sol. Segunda lección: el
hambre ha sido el motor fundamental de la historia, detrás de cada
migración siempre encontramos la búsqueda de trabajo y pan. Tercera: estos
flujos demográficos conllevaron una destrucción creadora. La condición del
éxito es que nos comprometamos a reafirmar lo bueno que tiene nuestra
civilización y eliminar la escoria. Cuarta:
aunque el número de migrantes haya sido alto, todavía son más quienes han
encontrado trabajo y pan en su propia región. Esta posibilidad siempre ha de estar
presente.