lunes, 22 de julio de 2024

La Inteligencia Artificial

 

La inteligencia artificial (IA) combina la velocidad computacional de los ordenadores cuánticos, con la capacidad de aprender de los propios errores y la creatividad. Oí esta definición hace ya un lustro a José Ignacio Latorre, catedrático de Física Cuántica en la Universidad de Barcelona. El conferenciante no dudó en afirmar que la IA marcará un antes y un después en la historia de la humanidad. Las restantes revoluciones tecnológicas no pasarían de ser pequeños saltos que nos anticipan una lección importante: cuando el hombre delega a las máquinas una tarea, se incapacita para hacerla por sí mismo. Tras la Revolución Industrial el hombre perdió la fuerza muscular y gran parte de sus habilidades manuales. La Revolución Informática nos ha robado la capacidad de cálculo. El GPS, primera manifestación de la IA, ha absorbido nuestro sentido de orientación. Cuando la IA alcance su madurez, concluyó Latorre, buena parte de nuestros conocimientos y habilidades intelectuales quedarán obsoletos.

La utilidad de la IA está fuera de toda duda. Sus riesgos también. En los últimos años, los profesores hemos descubierto que los alumnos aprenden de otra manera y pueden pedir al chat GPT que realicen cualquier trabajo académico sin posibilidad de ser acusados de plagio. Esto nos obliga a los profesores a centrar nuestras clases en los aspectos cualitativos que escapan a la IA y a realizar exámenes orales para comprobar que el alumno se ha enterado de lo importante.

La IA es de escasa ayuda para encontrar el sentido de la vida, la moralidad o el amor. Un chico le dirá a su novia. “En base a la experiencia de millones de parejas, la IA ha concluido que somos incompatibles y no debemos casarnos. ¡Semejante sandez! Si me aceptas por esposo, yo me esforzaré día tras día en hacerte feliz”. Ella responderá: “Lo mismo estaba pensando yo”.

La Tribuna de Albacete (22/07/2024)

domingo, 21 de julio de 2024

Progresar aprendiendo

 

Después de todo lo que hemos visto en los últimos años queda claro que la migración incontrolada tiene efectos negativos tanto para los países de origen como para los de destino. La mejor alternativa al descalabro actual consiste en crear oportunidades dentro del territorio de los países subdesarrollados. El economista italiano Luigi Pasinetti explica que, a lo largo de la historia de la humanidad, el motor del crecimiento económico y bienestar social ha sido el progreso técnico. Que los países que han liderado el progreso son los que más han invertido en el capital humano. Que lo mejor que pueden hacer los países rezagados es aprender de los avanzados.

El primer paso de los países en vías de desarrollo (PVD) consiste en producir con las tecnologías modernas los bienes tradicionales, los que dan trabajo, salarios y pan a los habitantes del territorio.

Las mejoras de la productividad liberarán una buena parte de la población nativa que puede destinarse a producir y exportar los bienes demandados en todo el mundo. Los bajos salarios son la ventaja comparativa de los países pobres. A partir de este momento la financiación del desarrollo estará asegurada.

Actualmente las economías de los PVD están fracturadas en un sector moderno controlado por el capital extranjero que extrae y exporta materias primas y un sector tradicional sumido en la pobreza. El desarrollo interno vía aprendizaje permitirá conectar ambos sectores.

Romper el círculo vicioso del subdesarrollo no es fácil, aunque tampoco imposible. Así lo demostró en el año 2000 el acuerdo de 186 países de la ONU para transferir el 0,7% de su PIB al Tercer mundo. Durante los ocho primeros años el éxito en la reducción de pobreza y las mejoras en educación, salud e infraestructuras fue espectacular. Pero llegó la crisis financiera de 2008 y los países ricos encontraran la excusa perfecta para retirarse. Es necesario recuperar el compromiso del 0,7 para crear las condiciones que permitan progresar aprendiendo (human learning).

La Tribuna de Albacete (22/07/2024)

domingo, 14 de julio de 2024

La balanza de las migraciones

 

Hace una semana un emigrante africano me abordó a la salida del supermercado. Para quitármelo de encima le aconsejé que se acercara a un centro de Caritas y allí recibiría los alimentos que necesitaba. Me tomé la molestia de aclarar mis motivos: “Sabe, yo no me atrevo a dar dinero a personas desconocidas que pueden darle un mal uso”. Me respondió. “Señor, no se ha enterado de nada. Yo no le pido ayuda, ni en dinero ni en especie. Yo le ofrezco estos ajos que mi amo me ha permitido recoger del suelo para que usted me dé lo que quiera y pueda”.

Me sorprendió la iniciativa y honradez, de este emigrante. Seguro que se ganará la vida en España y podrá ayudar a sus familiares que se han quedado en África. El secreto del despegue de la economía española provino de las remesas de los dos millones de emigrantes al centro y norte de la UE entre 1959 y 1973.

Las ventajas para los países anfitriones también son significativas. Reciben mano de obra joven, motivada y barata. Sus contribuciones a la Seguridad Social son fundamentales para un sistema en quiebra por falta de natalidad y de proporción entre contribuciones y prestaciones.

Los problemas de la emigración que sufren casi todos los países ricos son de índole sociocultural y solo puede solucionarse con paciencia y mesura. Estos son mis consejos. (1) Regular la entrada de migrantes para que puedan ser integrados en el sistema económico y educativo. (2) Crear las condiciones para que un vez formados y con ciertos ahorros estos emigrantes puedan volver a sus países de origen. (3) Promover el desarrollo económico en los países de origen a fin de que puedan dar un empleo estable  a la mayoría de sus habitantes.

domingo, 7 de julio de 2024

El hambre, motor de la historia

 

El último informe publicado por la Organización Internacional de Migraciones de la ONU cifra en 281 millones los migrantes registrados (3,6% de la población mundial). España e Italia figuran entre los principales receptores de inmigrantes ilegales en el siglo XXI. La mayoría provienen de Latinoamérica y Norte de África. La urgencia de conseguir trabajo y pan, explica que se olvidaran de los papeles oficiales

Los flujos migratorios tienen larga cola; su dirección va cambiando. Tras la Segunda Guerra Mundial muchos españoles e italianos emigraron (también sin papeles) a una Europa Central que crecía a velocidad de crucero. Entre 1820 y 1920 los europeos (alemanes, franceses, ingleses e irlandeses, incluidos) buscaron trabajo y pan en los países en expansión: EE.UU., Argentina, Canadá, Nueva Zelanda, Australia.

Durante la Edad Moderna emigraron al Nuevo Mundo 11.3 millones. De ellos 8,7 eran esclavos africanos y el resto europeos que ambicionaban algún puesto en la administración imperial. En la Edad Antigua buena parte de las migraciones estuvieron ligadas a las invasiones. Los Hunos y otros pueblos bárbaros, invadieron el decadente imperio romano. El éxito militar de los bárbaros solo se explica por la colaboración de pueblos atosigados a impuestos. Lo único que sobrevivió fue la cultura latina, muy superior a la del invasor.

Hasta aquí la evidencia histórica. La primera conclusión que podemos extraer es que las migraciones han sido una fuerza recurrente en la historia de la humanidad, nada nuevo bajo el sol. Segunda lección: el hambre ha sido el motor fundamental de la historia, detrás de cada migración siempre encontramos la búsqueda de trabajo y pan. Tercera: estos flujos demográficos conllevaron una destrucción creadora. La condición del éxito es que nos comprometamos a reafirmar lo bueno que tiene nuestra civilización y  eliminar la escoria. Cuarta: aunque el número de migrantes haya sido alto, todavía son más quienes han encontrado trabajo y pan en su propia región. Esta posibilidad siempre ha de estar presente.