domingo, 5 de mayo de 2024

Respuesta a la carta del Sr. Presidente

 

Estimado Presidente del Gobierno español:

Recibí su carta del 24 de abril y me reconfortó que también los presidentes sienten la necesidad de pararse a reflexionar. Escuché también su alocución del lunes 29 donde correctamente insistió en que para salvar la civilización occidental hace falta una regeneración democrática que empiece por sanear las bases morales de la sociedad y de los políticos que la dirigen. Coincido con usted en que es relativamente fácil conocer estos principios pues pertenecen a la ley natural que todos llevamos grabada en la conciencia. Cosa distinta es qué la conciencia personal esté embarrada a consecuencia de nuestro egoísmo, superficialidad y falta de coherencia.

Los principios básicos de la ética han sido proclamados de diferente manera a lo largo de la historia. La DUDH (ONU, 1948) habla de derechos y libertades. A saber: derecho a la vida, igualdad ante la ley, libertad de pensamiento y expresión, libertad de empresa... Todos ellos conviven dentro de un estado democrático de derecho donde la independencia del poder judicial es una columna fundamental.

Kant, el profeta de la modernidad, los resumió en un par de “imperativos categóricos” y los justificó con un argumento inapelable: si los individuos no los cumplen la sociedad se autodestruiría. El primer imperativo deriva en la dignidad de la persona y nos obliga a tratarla como fin en sí misma, nunca como medio al servicio de otros intereses. El segundo reza así: obra de manera que tus reglas de conducta sean susceptibles de ser generalizadas sin provocar un caos social.

Los mandamientos de la tradición judeo-cristiana respecto al prójimo se resumen en tres: No matar, no robar, no mentir. Cristo enraizó estos mandamientos en el amor e insinuó las actitudes que les confieren credibilidad. Sé honrado: no hagas a los demás lo que no quieras que hagan contigo, ni utilices dos varas de medir. Sé humilde: reconoce tus pecados y empieza por corregirlos; no te fijes en la paja que tu hermano lleva en el ojo y quita la viga que tú llevas en el tuyo.

La Tribuna de Albacete (06/05/2024)