domingo, 4 de julio de 2021

Mejorar la educación

                 “Conquistar la vanguardia educativa” es el segundo desafío de “España 2050”. Estos son los principales problemas detectados en el Informe: (1) Elevadas tasas de repetición y abandono escolar. (2) Malos resultados en el aprendizaje. El informe PISA demuestra que son demasiados los alumnos españoles incapaces de llegar al mínimo y pocos los estudiantes más capacitados que alcanzan la excelencia. (3) Dificultad de romper el círculo vicioso de “pobreza social - pobreza de resultados académicos”.  

                Entre las causas de estos problemas aciertan a destacar la falta de autonomía de los centros educativos y la desmotivación de alumnos y profesores. En mi opinión, además de mejorar la financiación y el resto de tópicos que nadie cuestiona, las alternativas básicas que se abren son dos: la intervencionista-facilona o la liberal-exigente.

La ley Celaá se decanta por la primera opción. Tras proponer un cuadro de objetivos uniforme, se inflan las notas para motivar a los alumnos y se permitir pasar de curso a los pocos alumnos que suspendan; así nadie se quedará atrás. Lamentablemente, la desmotivación de los alumnos aumentará a medida que se sientan más y más lejos de los objetivos propuestos. Los profesores también se desanimarán cuando comprueben que el sistema académico les relega a guardianes del orden público en un aula de alumnos perdidos y desmotivados.

La segunda opción es la liberal. (1) Libertad para crear centros escolares y, dentro de ciertos límites, ajustar el curriculum y estrategias a las necesidades de los alumnos que tienen delante. Los más aventajados podrán aprovecharse de un estudio más autónomo; los rezagados tal vez requerirán dos profesores por clase. (2)  Libertad de los padres para escoger el centro que mejor facilite el aprendizaje para sus hijos. (3) Libre competencia entre los centros educativos (públicos y privados). Si quieren sobrevivir habrán de demostrar a los padres su capacidad de estimular al estudiante. No importa si los alumnos son listos o torpes, ricos o pobres… todos  pueden y deben superarse hasta colmar su capacidad que, dicho sea de paso, es muy flexible.  Y al decir “todos” incluyo a estudiantes,  profesores y gestores de los centros académicos.

Para mi sorpresa, la opción liberal no se menciona en el informe “España 50” y la ministra Celaá se ha manifestado abiertamente en contra. ¿Hasta cuándo permitirán el deterioro del sistema educativo antes de apostar por la libertad? ¿O es que lo único que preocupa a nuestros políticos es garantizar la formación de  niños y adolescentes en los valores políticamente correctos?

La Tribuna de Albacete (5/07/2021)