Aude Dugast ha escrito en Editorial Encuentro
un libro donde se explica la vida y obras de J. Lejeune (1926-1994). El
descubrimiento en 1958 de la Trisomía 21 (origen del síndrome Down) le valió
todo tipo de reconocimientos científicos. Su nombre empezó a sonar como
candidato al Premio Nobel. Todo parecía ir viento en popa hasta que uno de sus
promotores le advirtió: “Confiamos, Dr. Lejeune, que, en su conferencia de
mañana en San Francisco, no entrará en temas polémicos. No se ha de perder el
tono cordial y festivo del evento”.
(1) Los genetistas han descubierto que la
vida humana empieza en el momento de la concepción donde aparecen 46 cromosomas
agrupados en los 23 pares procedentes de los gametos masculino y femenino.
(2) De manera muy excepcional surgen anomalías cromosómicas. El síndrome de Down aparece cuando el cromosoma 21 no es doble sino triple. Este descubrimiento debiera ser un acicate para buscar su cura ya desde el momento de la concepción. Lamentablemente, empieza a utilizarse como una forma rápida de acabar con el embrión enfermo.
En la carta que Lejeune escribió a su mujer esa misma noche leemos. “Querida Birthe: me temo que hoy he quemado mis opciones al premio nobel”. Así fue. Lejeune perdió además sus cargos y la financiación para investigar sobre la trisomía 21. El resto de su vida lo dedicó fundamentalmente a ser “la voz de los sin voz”.
Como bien
indica el subtítulo del libro, la libertad es una de las características
de los sabios. Su conciencia le conminaba a poner de manifiesto que todo aborto
implica la muerte de un ser humano y una puñalada a la Medicina. La santidad
requiere un elemento adicional: la caridad. Lejeune la muestra en su
compromiso por combatir los errores, no a quienes erraban.
La Tribuna de Albacete (10/04/2023)