domingo, 27 de abril de 2025

No politizarás la religión

 

La politización creciente de todos los ámbitos de nuestras vidas es un síntoma claro de degeneración democrática. Acabará con el Estado democrático de Derecho y los derechos fundamentales que han hecho posible la civilización. A la vista de todos está la fractura “izquierdas/derechas” en el poder judicial. Pero no se piensen que la intromisión que las instituciones políticas son las únicas afectadas. La fractura se proyecta también a las esferas más íntimas de la persona humana como la espiritualidad y la religión. Lo acabamos de ver tras la muerte del Papa Francisco. La única cuestión relevante parecía ser: “¿Era un papa de derechas o de izquierdas?”. El debate subirá en decibelios durante el cónclave para elegir al nuevo Papa.

Un símil futbolístico ayudará a entender la sinrazón del virus politizador. Si, este curso, el Real Madrid no es capaz de ganar un solo trofeo, el entrenador tiene los días contados. Madridistas (y antimadridistas) atrapados por la moral de lo políticamente correcto, exigirán que el cargo le corresponde a una mujer de extrema izquierda. Sus conocimientos teóricos y prácticos sobre el fútbol resultan secundarios.

¡Perdona, Señor, a estos aprendices de políticos porque no saben lo que dicen! La religión, como las matemáticas o el fútbol escapan a los estrechos márgenes del juego político. La cualidad más valorada de un papable debiera ser su conformación con Cristo para poder conocer y aplicar la esencia del mensaje evangélico: “Amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como él nos enseñó”. Corresponde al Papa proponer y secundar las obras de misericordia que la Iglesia desarrolla en todo el mundo según las necesidades y carismas de cada época.  Levantará, además, la tarjeta roja cuando se vulneren colectivamente los mandamientos básicos, a saber, no matar, no robar, no mentir.

En el plano sociocultural, podríamos añadir otro precepto: “no politizarás la religión”.

La Tribuna de Albacete (28/04/2025)

domingo, 13 de abril de 2025

Control jurídico de la IA

 

               Después de innumerables guerras, los humanos hemos aprendido a vivir en sociedades abiertas. La DUDH de 1948 proclamó como derechos fundamentales, la vida, la igualdad, la libertad... A esos derechos les corresponden otros tantos deberes.  La libertad implica responsabilidad.

El compromiso con los derechos y deberes fundamentales atañe también a la revolución científica y cultural del momento: la IA. El derecho debe prohibir las aplicaciones que atentan contra la dignidad de las personas y exigir transparencia y responsabilidad en todas las fases de la IA. Por poner un ejemplo, a partir de la inteligencia generativa se han desarrollado aplicaciones que permiten desnudar a mujeres. Tales conductas debieran estar prohibidas y castigadas contra la intimidad y dignidad de la mujer.

Las inteligencias artificiales adolecen de “sesgos”. Pensemos en la selección para ocupar altos puestos directivos. Si entrenamos a la máquina con el curriculum vitae de los laureados en los últimos 50 años, la IA no recomendará ninguna mujer por la sencilla razón de que ellas no formaban parte de los comités directivos hasta la última década. Otro tanto ocurrirá con los trabajadores negros/as pues el color de su piel impedía identificarles con precisión. El curriculum vitae pesará como una losa sobre quien cometió un hurto en su adolescencia. De nada serviría probar que ha cumplido la condena, que hay arrepentimiento y que es la persona más trabajadora del mundo.

La utilización de la IA para manipular la ideología y el voto de los ciudadanos irá en aumento. Lo mejor es que no preguntemos al chat GPT por asuntos éticos y políticos. Nos engañará y nos autoengañaremos. La respuesta del chat se ajustará al partido político que más datos y discursos haya conseguido introducir. Los usuarios aprenderemos a formular la pregunta que refuerza nuestra ideología. ¡Seremos felices de autoengañarnos para  tener siempre la razón!   

La Tribuna de Albacete (14/04/2025)

lunes, 7 de abril de 2025

IAe, ¿IA con ética?

 

           Podemos entrenar a una máquina en buenos modales como son el dar gracias o pedir perdón. Debemos tener presente, sin embargo, que esas máquinas desconocen lo que es el agradecimiento y el arrepentimiento. Eso no es ética sino etiqueta, mera fachada.

Quienes hablan de máquinas con ética se refieren a la necesidad de controlar con principios éticos a las máquinas que toman decisiones. El ejemplo típico es del coche autónomo. Cuando detecta un niño que se ha escapado de sus padres para saludar a sus abuelos que avanzan por la acera opuesta, el coche afronta un dilema ético. Si el freno automático no se activa al 100% morirá el niño, pero de hacerlo pondría en riesgo la vida de los cuatro viajeros. Si gira a la derecha atropellaría a los jóvenes padres; si lo hace a la izquierda, a los abuelos. Para resolver este dilema, los programadores exigen al Parlamento que les informe del valor monetario que atribuye a cada vida humana. No hace falta decir que eso es un disparate típico del utilitarismo más burdo. Las corrientes filosóficas humanistas, rechazan atribuir a un hombre el poder para decidir sobre la vida de otro.

Todavía más ingenuo sería preguntar a una máquina sobre la moralidad de la conducta que tiene planeada. O encargar a una IAe la educación ética de sus hijos o alumnos. ¿Quién escogería los criterios éticos? ¿Y cómo entrenaríamos a una máquina en los principios morales?

Las máquinas con IA no son inteligentes porque no piensan, aunque sí potencian a la inteligencia humana. Las IA no pueden tener ética, ni potenciar la moralidad de las personas. La ética es un atributo exclusivo de las personas pues solo ellas tienen una conciencia moral que les permite discernir el bien y el mal, decidir con libertad y responsabilizarse de las decisiones.

La Tribuna de Albacete (07/04/2025)